Catedral
de Notre Dame de París.
Nos encontramos con una obra de arte
arquitectónica, el exterior (concretamente la fachada) de la catedral de Notre
Dame de París. Se trata pues de un edificio de carácter religioso. Su autor es
desconocido, aunque sabemos que se comenzó a construir por iniciativa del
obispo Mauricio de Sully en el último tercio del s. XII, terminándose siglo y
medio después. El material empleado son sillares de piedra, y vidrio para las
ventanas, y el estilo es gótico inicial.
Vemos la fachada en forma de “H” organizada
horizontalmente en tres niveles y tres calles, estos de igual anchura. En el
nivel inferior aparecen tres entradas separadas por pilastras, la central más
alta y robusta que las otras dos. De izquierda a derecha son el portal de la
Virgen, el portal del Juicio Final y el portal de Santa Ana. Las tres presentan
un gran abocinamiento y arquivoltas ojivales (decoradas con figuras colocadas
en la dirección del arco), y sobre cada
el parteluz aparece un tímpano muy adornado con los temas mencionados. Esta
parte está separada del nivel central por un friso corrido con estatuas (la
“galería de los reyes”) y sobre él un gran rosetón, situado a mayor altura que
las ventanas geminadas apuntadas que se encuentran sobre las portadas
laterales. Este nivel tiene una ligera barandilla de piedra. Sobre esta aparece
una galería de finas columnas (“galería de las quimeras”) que sujetan arcos
ojivales entrelazados que la separan del último nivel, donde aparecen dos torres
iguales de 70 m de altura de un solo tramo, cada una con dos esbeltas ventanas
ojivales abocinadas. El remate de ambas es horizontal, sin chapitel. Cuatro
contrafuertes recorren verticalmente esta fachada. No lo vemos en la imagen,
pero sabemos que el edificio tiene 5 naves y un crucero bastante centrado,
alejado del presbiterio. Es una importante novedad la presencia de doble
girola. Aunque en la fachada vemos elementos propios del gótico inicial
(predominio de líneas horizontales, rosetón rehundido, predominio del muro
sobre el vano, y contrafuertes prominentes), en el interior vemos altas bóvedas
de crucería e impresionantes vidrieras. Esbeltos arbotantes flanquean los
laterales y la cabecera, y una elevada flecha se levanta sobre el crucero.
La Catedral de Notre Dame será una de las más
importantes de Francia. Está situada en el centro de París, en la isla de la
Cité sobre una vieja iglesia merovingia. Vemos en ella lo más característico
del gótico: ascensionalidad, luminosidad, amplitud, todo ello buscando la
trascendencia celestial… Además es muy característica la utilización de grandes
gárgolas para canalizar el agua de lluvia. Todas estas características del
primer gótico, hacen que sea un edificio armonioso y equilibrado. El edificio
ha sufrido numerosas restauraciones, siendo la más importante la realizada por
Violet-le-Duc en el s. XIX, que incluyó el aislamiento del templo, retirando
todas las construcciones que tenía adosadas.
El estilo gótico se desarrolla en Europa entre los
s. XII y XV, se trata de un arte ligado al renacer urbano y a la nueva
sensibilidad burguesa. Durante esta etapa se produce una mejora de la economía
y aparece la burguesía como nueva clase social. En política la monarquía
recuperará su poder frente a la nobleza, y además se reforman las órdenes
religiosas surgiendo las órdenes mendicantes (franciscanos) y de predicadores
(dominicos) cuya acción se desarrollará fundamentalmente en las ciudades.
Debemos destacar que el gótico surge en el norte de
Francia, donde encontramos uno de los primeros edificios (la Abadía de
Saint-Denis iniciada por el Abad Suger), donde encontramos ya el uso de
vidrieras, y la girola cubierta con bóvedas de crucería gótica. Este edificio
ejercerá una fuerte influencia en el resto de Europa.
Se trata del interior de una obra de arquitectura
religiosa, de estilo gótico, construida entre 1241-48, en el centro de París.
Su autor es Pierre de Montreuil, que también trabajó en las catedrales de Notre
Dame y en la de Reims.
Lo que vemos es el nivel superior, la parte más
espectacular, debido a la sustitución de los muros por enormes ventanales de
vidrieras. Es una sola nave de 20 m. de altura con bóvedas de crucería,
decoradas en azul intenso con estrellas doradas en alusión al universo, cuyos
nervios desvían el peso hacia los baquetones que lo trasladan en sentido vertical, liberando a los muros de
su función de carga. Para sostener las bóvedas y poder eliminar el muro el
arquitecto no usa arbotantes, sino que estos son sustituidos por sólidos
contrafuertes que descargan el empuje de los nervios de las bóvedas de
crucería, y por tanto el espacio entre ellos queda libre de función sustentante
y se pueden instalar grandes ventanales con vitrales.
Éstos, de más de 15 m. de alto, están divididos en
cuatro ojivas, encima de las cuales hay un rosetón hexalobulado y 2
cuatrilóbulos. Las ventanas del ábside, algo más bajas y la mitad de anchas,
sólo tienen dos ojivas y 3 trilóbulos. Para reforzar la estructura, se
distribuyeron tirantes metálicos que atraviesan los pilares y que se disimulan
coincidiendo con el emplomado de las vidrieras. Estas constituyen un conjunto
homogéneo; los colores dominantes son el azul, el rojo y el amarillo que dan, a
la capilla, un colorido muy característico. Las vidrieras reproducen escenas
del Antiguo Testamento así como historias de las reliquias de la Pasión. El
derrame de los ventanales se apoya sobre una sucesión arcos trilobulados
decorados en Dorado y azul. Junto a cada pilar vemos esculturas de los apóstoles
cubiertas con un doselete dorado.
El nivel inferior es una planta salón, dedicada a
la Virgen, con aspecto de cripta cuyas numerosas columnas sostienen el piso
superior, la capilla propiamente dicha.
Concebida como un joyero destinado a contener
reliquias debía servir, también, como capilla real construida dentro del mismo
palacio. Se superponen en ella dos capillas, la inferior para la gente común, y
la superior para la corte del rey, como era costumbre en las construcciones de
los palacios reales de la Edad Media. En principio, no se podía acceder a la
capilla alta más que por medio de las galerías superiores del palacio, ya que
no se contempló la construcción de una escalera exterior. Ubicada en el recinto
del viejo palacio real (actualmente transformado en La Conciergerie, que rodea
el edificio), el rey accedía directamente por un corredor elevado a la capilla
superior.
El edificio ha sufrido varias vicisitudes
(incendios, inundaciones, saqueos…), de manera que sólo 2/3 de las vidrieras
actuales son originales. El edificio fue secularizado, y restaurado bajo la
dirección de Violet-le-Duc, que también trabajó en la restauración de Chartes y
Notre Dame. La aguja es del s. XIX.
Esta obra ejemplifica como pocas el nuevo espíritu
gótico marcado por la luz y la elevación en un intento de materializar en
piedra la Jerusalén Celestial. El arte gótico, que es un arte típicamente
burgués y ciudadano, responde a una nueva espiritualidad en el Occidente
europeo, más apegada y asentada en la realidad, por lo que nos encontramos con
una arquitectura más compleja y una plástica más naturalista, más ciudadana.
Por eso vemos un modelo de templo amplio, altísimo, espacioso y luminoso,
producto de los nuevos elementos constructivos, tales como la bóveda de
crucería y el arco ojival.
PRESENTACIÓN:
Fachada de la Catedral de Burgos, cuyo arquitecto fue el
maestro francés Enrique (que también trabajo en la Catedral de León), y tras su
muerte le sucedió Juan Pérez. Juan de colonia realizó las agujas de las torres.
Es un templo, por lo tanto un edificio de carácter religioso. Por su estilo y
cronología (se inicia en 1221) podemos encuadrarlo en el arte gótico español.
ANÁLISIS:
En el exterior, la fachada o hastial sigue el esquema de
las iglesias francesas con tres cuerpos horizontales y tres calles verticales,
con abundante decoración de hornacinas y esculturas que recuerdan a Notre Dame
de París o a Reims. Vemos tres portadas apuntadas y abocinadas, la
central más alta que las otras, cuyas puertas y tímpanos no son los originales,
sino de época neoclásica. En el segundo tramo, encontramos un rosetón enmarcado
en un arco apuntado y sobre las portadas de los lados, sendas ventanas
geminadas. En el tercer tramo se encuentran, en el centro, dos arcos calados con
tres cudrilóbulos cada uno, y columnillas entre las que
se hallan imágenes de los ocho reyes de
Castilla y León, en un claro intento por
vincular la religión a la monarquía, y en los laterales, dos ventanas
apuntadas y geminadas. Los tramos están separados por pequeñas cornisas, y las
calles, desde el segundo tramo, por salientes o contrafuertes. Sobre los
remates de los contrafuertes, donde comienza un cuarto nivel, vemos esbeltos
pináculos. Este cuarto nivel corresponde ya a las torres, semejante al inferior,
y sobre ellas unas agujas bellamente caladas. El material
constructivo es piedra caliza extraída de las canteras del cercano pueblo de
Hontoria de la Cantera.
La planta de la catedral es de
cruz latina con tres naves de seis tramos. El transepto,
muy marcado en planta, es de una sola nave. La
cabecera es profunda y está dotada de girola con capillas
absidiales. Al interior, y siguiendo el modelo francés, el
muro de la nave central está dividido en tres
alturas: los arcos formeros, el triforio ciego y, por último, grandes
ventanales apuntados, que permiten la penetración
de la luz en el interior de este magnífico edificio.
La luminosidad se ve reforzada por el rosetón de los pies y el situado en el
brazo meridional del crucero. Toda esta estructura está cubierta con bóvedas de
crucería de una gran simplicidad.
COMENTARIO:
Esta catedral tuvo importantísimos
añadidos en los siglos XV y XVI: las agujas caladas de las dos
torres de la fachada principal, de influencia germánica, obra de Juan de
Colonia (siglo XV). También
en esta época se hacen el cimborrio sobre el crucero y la famosa Capilla
del Condestable, panteón del condestable de Castilla Pedro Fernández
Velasco. Las obras se le encargaron
a Simón de Colonia. En el centro de la
capilla se encuentran sendos sepulcros bajo
una increíble bóveda estrellada que se
considera una de las realizaciones más interesantes de nuestra
arquitectura gótica y en las que es posible percibir una
cierta influencia musulmana.
También destacan en la Catedral de Burgos las magníficas
portadas escultóricas, de las mejores existentes en nuestro país. Así,
tenemos La puerta
del Sarmental,
con temas como el Pantocrátor y los Evangelistas. También la Puerta
de la Coronería o de los Apóstoles con el tema del Juicio Final.
El arte gótico, que es un arte típicamente burgués y
ciudadano, supone el final del feudalismo y la renovación del mundo urbano y
del mundo del comercio y los talleres artesanales. El gótico responde a una
nueva espiritualidad en el Occidente europeo, más concreta y menos abstracta
que la románica, más apegada y asentada en la realidad, por lo que nos
encontramos con una arquitectura más compleja y una plástica más naturalista,
más ciudadana. La
arquitectura sigue siendo esencialmente religiosa y el edificio más importante
es la catedral, que se levanta en el centro de la ciudad y en cuyo entorno se
organiza la vida ciudadana. Ahora nos encontramos ante un templo amplio,
altísimo, espacioso y luminoso, producto de los nuevos elementos constructivos,
tales como la bóveda de crucería y el arco ojival.
PLANTA E INTERIOR DE LA CATEDRAL DE TOLEDO
Se trata de la planta de un edificio, una obra arquitectónica de
carácter religioso, pues se trata de la catedral de Toledo, construida a partir
de 1227. Es de época y estilo gótico castellano. Los arquitectos fueron el
Maestro Martín y después Petrus Petri (éste enterrado en la catedral). El
promotor de la obra fue el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
Vemos una
planta basilical de 5 naves y doble girola. La nave central es la más ancha,
pero observamos a anomalía de que las naves más exteriores son más anchas que
las interiores. Tiene 7 tramos longitudinales, un crucero que no sobresale de
la planta y tras otro tramo, se encuentra el altar mayor, de planta semicircular.
En planta se observa las bóvedas de crucería simple que cubre todas las naves y
tramos, salvo en la cabecera, donde se alternan, en cada una de las girolas las
bóvedas de crucería rectangulares con otros curiosos tramos triangulares de tan
sólo tres nervios. La cabecera termina en 15 pequeñas capillas alternativamente
más grandes y más pequeñas; las grandes se corresponden con los tramos
rectangulares (más anchos) y las pequeñas con los triangulares (más estrechos).
En el interior,
vemos que se trata de un templo de grandes dimensiones. Destaca el sistema de
soportes interiores, anchos pilares fasciculados de sección cilíndrica con
columnas adosadas. Estos robustos pilares le dan un aspecto más pesado que las
coetáneas francesas. También es de menor altura que las francesas. También
vemos un coro junto al crucero, que ocupa por completo dos tramos de la nave
principal, como también ocurre en otras catedrales góticas españoles. El coro era el lugar donde el clero asistía a
los oficios religiosos, separados de los seglares. La sillería, con casi 150
sitiales, los relieves del trascoro y la reja son obras de gran calidad, de
diversos autores, entre ellos Mateo Alemán y Alonso Berruguete. Además
observamos el triforio del transepto, con arquillos lobulados sostenidos por
columnillas geminadas de mármol (quizá procedentes de la antigua mezquita sobre
cuyo solar se construye el edificio), y sobre ellos los amplios ventanales con
vidrieras que iluminan las naves. Por último, apreciamos en la fotografía la
excelente calidad de la piedra caliza de color blanco empleada en la
construcción, procedente
del cercano pueblo de Olihuelas.
La catedral de Toledo se basará en las
francesas de Notre dame de París y en la de Bourges, aunque es de menor altura
que las francesas. El Papa concede al arzobispo de Toledo una bula en la que se
establecía que podía destinar un tercio de las rentas de todas las iglesias de
la diócesis durante cinco años para las obras de la catedral.
El arzobispo y
los arquitectos conocían a la perfección la arquitectura gótica francesa. El
primer maestro -Martín- se ocupó del inicio de la girola. Luego Petrus Petri le
releva ocupándose de las partes altas de la girola. Durante el siglo XIV se
avanza en la construcción de las naves (pero ya sin triforio) y se realizan las
portadas. A partir de 1389 se inicia el claustro. Las últimas fases de la
construcción de la catedral corresponden a un estilo gótico flamígero traído
por Hanequín de Bruselas (finales del XV). El presbiterio fue agrandado a principios
del s. XVI bajo las órdenes del Cardenal Cisneros, para colocar el gran retablo
que vemos en la imagen Por último, no puede dejar de citarse el impresionante
Transparente de estilo barroco de la primera mitad del siglo XVIII, obra de
Narciso Tomé, un gran hueco abierto en la estructura superior de la girola por
el que entra la luz que ilumina al trasparente de detrás del altar mayor que a
su vez tiene un óculo por el que entra la luz al presbiterio, al sagrario.
(Imitación del transparente de san Pedro de Roma).
El arte gótico, que es un arte
típicamente burgués y ciudadano, supone el final del feudalismo y la renovación
del mundo urbano y del mundo del comercio y los talleres artesanales. El gótico
responde a una nueva espiritualidad en el Occidente europeo, más concreta y
menos abstracta que la románica, más apegada y asentada en la realidad, por lo
que nos encontramos con una arquitectura más compleja y una plástica más
naturalista, más ciudadana. La arquitectura sigue siendo esencialmente religiosa y el edificio más
importante es la catedral, que se levanta en el centro de la ciudad y en cuyo
entorno se organiza la vida ciudadana. Ahora nos encontramos ante un templo
amplio, altísimo, espacioso y luminoso, producto de los nuevos elementos
constructivos, tales como la bóveda de crucería y el arco ojival.
La
imagen presenta una vista exterior y lateral de una obra de arte
arquitectónica, concretamente la Catedral de Palma de Mallorca, que comenzó a
construirse en 1229 aunque
se terminó a mediados del s. XIV. Los principales arquitectos fueron Jaume
Fabra y Guillem Sagrera. Es por tanto de estilo gótico levantino. El material
empleado es piedra caliza.
El edificio es muy grande, pues ocupa el solar de la antigua
mezquita, con 121 por 55 m. Se caracteriza por no seguir los modelos clásicos franceses, sino por
usar una planta de salón (no parece haber mucha diferencia de altura
entre las naves, de manera que el espectador parece encontrarse en un espacio
único) con tres naves sin girola ni crucero. Podemos ver que
tiene ocho tramos, y el quinto desde
la cabecera (que se corresponde con las puertas laterales) es unos metros más
ancho. Tiene tres capillas paralelas en la cabecera y numerosas capillas
laterales entre los contrafuertes. Precisamente, son los contrafuertes de doble arcada (esto lo aleja del gótico aragonés y
lo acerca más a los modelos franceses) lo más destacado de la imagen: su
tamaño, altura y sobre todo gran anchura se debe a que tienen que sujetar una
estructura muy alta (44 m) y por lo tanto pesada. La profundidad de los
contrafuertes permite la existencia entre ellos de amplias capillas laterales
entre contrafuerte y contrafuerte. También se aprecia (aunque no mucho) en la
imagen las esbeltas ventanas que iluminan estas capillas. A media altura, entre
contrafuerte y contrafuerte, vemos otros dos estribos más bajos coronados por
pináculos, cuya función es reforzar el muro en su parte más baja. Todo ello
permite una rara combinación de maciza pesadez (acentuada por las abundantes
molduras horizontales) y verticalidad por el gran número de contrafuertes y
pináculos.
En
la imagen también vemos el enorme rosetón
de casi 14 m de diámetro (llamado por su tamaño “el ojo del gótico”) decorado
con tracería que dibuja una enorme estrella de 6 puntas (la estrella de David),
que junto con las ventanas del enorme claristorio que aprovecha la diferencia
de altura entre las naves y otros rosetones (dos de ellos a los lados del
grande, y otro situado en los pies de la iglesia) iluminan suficientemente el
edificio, sin que la fuerte luz mediterránea llegue a molestar debido a la
altura en la que se sitúan las vidrieras más grandes.
En cuanto a los
portales, la puerta principal no se encuentra a sus pies, sino en su
fachada sur: el Portal del
Mirador, llamado así porque se encuentra en la fachada que mira al mar.
Se trata de un amplio porche con bóveda (que no abocinamiento) ojival, decorado
al exterior con una moldura conopial con florones. En el interior, aunque no se
aprecia en la imagen, encontramos un relieve con el tema de la Última Cena, lo
cual es extraño en una portada, donde son frecuentes temas del Antiguo
Testamento o de la Pasión.
La cabecera, que
se ve bien en la fotografía, es una modificación posterior, pues sabemos que
originalmente las tres naves terminaban en muros rectos.
Por último, hacer notar que la escasez decorativa tanto del exterior como del interior sí es
típica del gótico levantino.
Esta catedral es una de las obras cumbre del gótico
levantino. Los autores también trabajaron en la catedral de Barcelona y en la
Lonja de la misma ciudad de palma, (también con planta-salón), la cual sirvió
de modelo para la Lonja de Valencia, algo posterior. En el interior, la
sensación de espacio diáfano y a la vez camino es uno de los mejores
conseguidos de todo el gótico. Los estrechos pilares octogonales que sostienen
sencillas bóvedas de crucería parecen desvanecerse en tan amplio espacio, con
una enorme sobriedad decorativa. La (relativamente) escasa diferencia de altura
entre las naves hace que nos parezca estar en un gran salón. El edificio ha
sufrido varias modificaciones, y las últimas (diseñadas por Gaudí) han
intentado, dentro de lo posible, dejarlo como estaba originalmente.
Emblema de la ciudad de Palma de Mallorca, la catedral es el
símbolo del auge de la ciudad a finales de la edad media, enmarcado en medio de
la expansión del comercio aragonés por el Mediterráneo, que desembocó en el
ámbito religioso, en una nueva espiritualidad que se traduciría, arquitectónicamente
hablando, en un estilo que acerca el Cielo a la Tierra, humanizando a Dios y
engrandeciendo los logros humanos.
La imagen que vemos corresponde a una obra de arte
arquitectónica, concretamente una iglesia, conocida como Santa María del Mar.
Se encuentra en Barcelona, y se construyó en pleno s. XIV, entre 1329-83,
siendo por tanto de estilo gótico levantino. Los arquitectos fueron Berenguer
de Montagut (diseñador principal) y Ramón Despuig. El material empleado es
piedra caliza.
Visto desde el exterior el edificio presenta un aspecto
macizo y robusto, que no transmite la ascensionalidad que encontraremos en el
interior. El predominio es de las líneas horizontales y de las secciones de
pared sin grandes aberturas ni decoraciones es absoluto. Continuamente se
subraya la horizontalidad, marcándola con molduras, cornisas y
superficies planas, como si se quisiera evitar una excesiva sensación de altura
(a pesar de ser, en realidad, un edificio bastante alto). Globalmente el
edificio forma un bloque compacto, sin secciones de pared en diferentes
profundidades (salvo las correspondientes a las naves) típicos del gótico
europeo. Esto permite que la iluminación sea siempre muy plana, alejada de los
juegos de luces y sombras que se pueden producir en otras iglesias.
La fachada principal
queda enmarcada por las dos torres octogonales (forma que se repetirá en las
columnas del interior) y los dos poderosos contrafuertes que enmarcan un gran
rosetón y transmiten la amplitud de la bóveda interior. Horizontalmente podemos
ver dos tramos, claramente diferenciados por las molduras y las galerías,
mientras que en las torres la horizontalidad queda subrayada, una vez más, por
las galerías en lugar de pináculos o agujas. El tramo inferior queda centrado
por el pórtico y el superior por el rosetón, con
los dos ventanales que lo acompañan entre los contrafuertes y las torres.
La austeridad general es aún más manifiesta en los laterales, formados por una pared
plana sin decoración que cierra el espacio entre los contrafuertes (sin
arbotantes) y permite la presencia de capillas interiores. No se aprecia
transepto ni crucero. Horizontalmente se marcan con claridad tres pisos. En el inferior,
correspondiente a las capillas laterales, se abren estrechos ventanales,
relativamente pequeños, que ritman la pared y corresponden cada uno a una
capilla interior y cada tres al espacio entre los contrafuertes. En los
laterales se abren también dos puertas: la puerta de Sombrereros y la de las
Moreras. Posteriormente se abrió una nueva puerta en el ábside: la
puerta del Borne.
Correspondiéndose con lo que vemos por fuera, en el interior encontramos tres naves y
girola de tramos trapezoidales, aunque no hay mucha diferencia de altura
(apenas 1/8) entre la principal y las laterales, de manera que queda una planta-salón, que parece un único
espacio, debido a que no se aprecia mucho la disposición en naves debido a,
como hemos dicho, la poca diferencia de altura entre las naves. A ello también
contribuye la separación de los pilares (tramos cuadrados de 15 m con bóveda de
crucería simple). La decoración, igual que al exterior, es muy escasa.
Curiosamente, esta obra fue promovida por los feligreses de
la zona del puerto (de ahí su nombre), únicos responsables materiales del
templo, ya que ellos fueron quienes la sufragaron, bien con su dinero o bien
con su trabajo. Este hecho contrasta con la construcción de la catedral, que estaba asociada a la monarquía,
a la nobleza y al alto clero.
El arte gótico, que es un arte típicamente burgués y
ciudadano, supone el final del románico y la renovación del mundo urbano y del
mundo del comercio y los talleres artesanales. El gótico responde a una nueva
espiritualidad en el Occidente europeo, más concreta y menos abstracta que la
románica, más apegada y asentada en la realidad, por lo que nos encontramos con
una arquitectura más compleja y una plástica más naturalista, más
ciudadana. La
arquitectura sigue siendo esencialmente religiosa y los edificios más
importantes son religiosos, aunque tampoco faltan edificios civiles, en cuyo
entorno se organiza la vida ciudadana. Ahora nos encontramos ante un templo
amplio, altísimo, espacioso y luminoso, producto de los nuevos elementos
constructivos, tales como la bóveda de crucería y el arco ojival.
Este
templo es el protagonista del libro “la Catedral del Mar”, novela histórica que
narra las vicisitudes de su construcción, y que ha acercado al gran público el
mundo de la baja Edad Media en Barcelona.
LONJA DE VALENCIA
La Lonja de la Seda de Valencia o Lonja de los Mercaderes es una
obra arquitectónica de carácter civil, situada
en el centro histórico de la ciudad de Valencia (España). Fue construida entre 1482 y 1548,
y su primer constructor fue Pere
Compte entre los años 1483 y 1498. El material
utilizado es piedra caliza.
Lo que vemos
en la imagen es una de las partes del edificio, conocido como Salón
Columnario o Sala de Contratación. Es una gran estancia de 35 m de largo
por 21 de ancho, con tres naves longitudinales
y cinco naves transversales, cuyo techo es un conjunto de bóvedas de
crucería, de una altura de 17 m, sostenidas sobre 8
esbeltas columnas helicoidales y 16 columnas adosadas del mismo tipo que
sostienen las bóvedas de crucería de base cuadrada. De las columnas de 11
metros de altura nacen unos nervios que se extienden sobre tramos cuadrados
a la misma altura y que conforman unas bóvedas casi esféricas. Esta geometría
esférica permite la multiplicación de nervaduras y de claves; los nervios forman
una doble retícula por tramo reforzada con otros nervios diagonales en cada
cuadrado. Las claves llegan al número nueve por tramo. La igual altura de
bóvedas por una parte y de las columnas por otra nos hace olvidar la estructura
en naves y nos permite situarnos en una “planta salón” tan propia de la
arquitectura gótica del reino de Aragón.
A esta sala
de Contratación se accede por unos portales formados por arcos conopiales dispuestos
entre largos pináculos, que se encuentran tanto en la fachada principal (plaza
del Mercado) como en la posterior (plaza de La Lonja). Estos portales están
enmarcados por esbeltas cañas prismáticas rematadas por agujas floridas. Hay
también dos puertas laterales, una que abre a la calle y otra a un patio
interior cerradas por arcos carpaneles y rematadas por molduras que dibujan
arcos conopiales decorados con florones, tal como vemos en la fotografía. Las
ventanas tienen el dintel casi horizontal, aunque en realidad es un arco
rebajado. En su interior cobijan arcos apuntados cuya parte superior está
decorada con tracería. A lo largo de la
parte más alta de las cuatro paredes, lindando con el arranque de las bóvedas,
existen unas inscripciones con letra gótica en lengua latina realizadas en
oro sobre un fondo oscuro, en forma de cenefa, que recuerda a los comerciantes
sus deberes como mercaderes y buenos cristianos de no actuar con usura en el
negocio para conseguir así la vida eterna. Al exterior, las fachadas están
rematadas con almenas, lo que unido a los gruesos muros le da cierto aspecto
de fortaleza.
La construcción
de las lonjas en el reino de Aragón se ha interpretado como el resultado de la
prosperidad comercial conseguida en el siglo XV, y como un símbolo del
poder de la ciudad para atraer a los comerciantes. Se construían siguiendo el
mismo esquema: una sala de planta rectangular sostenida por columnas. La
de Valencia fue precedida por la Lonja de Barcelona y la Lonja de
Palma. La obra fue encargada al maestro Pere Comte, ya conocido en la ciudad
por haber sido el encargado de las obras del último tramo de la Catedral. El
nombre que recibe el edificio de Lonja de la Seda deriva del hecho que el
tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo XVIII la industria más
potente de la ciudad, dándosele este nombre al final del siglo XVII.
El
conjunto de la Lonja está formada por tres partes más, que son: la Torre
(con una capilla en la planta baja), la Sala del Consulado del Mar y el Patio
de los Naranjos. La superficie del monumento supera los 2.000 metros
cuadrados entre zonas edificadas y no edificadas. El edificio se adapta a un
solar rectangular. Para poder construir su edificación se compraron y
derribaron veinticinco casas próximas al mercado.
Aunque se
basa en la de Palma de Mallorca, la Lonja de Valencia, sin embargo, presenta
una medida y una ornamentación más grande que la mallorquina. La de Valencia
destaca por la riqueza de la decoración flamígera en las ventanas,
por las puertas monumentales con arcos conopiales y por sus pequeñas
esculturas y las veintiocho gárgolas, la mayoría con escenas satíricas o eróticas.
Se trata de
una obra de arte escultórica, unas partes en altorrelieve y otras de bulto
redondo adosadas al marco arquitectónico. Estaba policromada, pero apenas se
conservan restos de pintura (sí hay restos de policromía dorada en la Virgen). Se encuentra en la facha sur
del transepto, también llamado “pórtico de la Virgen dorada”. Su cronología es
de comienzos del s. XIII y el material utilizado es la piedra. No se conoce al
autor.
Vemos una
portada en arco apuntado con un profundo abocinado, y como es típico, está
coronada por un gablete en cuyo vértice hay un trébol, motivo que aparece mucho
en la catedral de Amiens. De abajo arriba, encontramos primero un rodapié sobre
el que hay un zócalo de arquillos ciegos apuntados (siete a cada lado). Sobre
ellos, figuras de santos y arcángeles en bulto redondo sobre peanas y cubiertos
con doseletes. En el centro hay un parteluz en el que encontramos la figura de
la Virgen con el niño en brazos, en actitud comunicativa (se están mirando),
ladeada y sonriente, coronada por tres ángeles. El dintel sostiene un friso con
los 12 apóstoles, 6 a cada lado, moviéndose y hablando entre ellos y en el
centro el doselete que cubre a la Virgen, más alto que el de los santos que la
acompañan. Sobre ellos hay 2 hileras de pequeñas columnas con capiteles
corintios, y sobre ellas arrancan las 8 arquivoltas, decoradas con ángeles
cantores, músicos, santos, reyes y ancianos, colocados en el sentido de los
arcos. Al fondo queda un tímpano en altorrelieve en el que se distinguen 4
niveles con figuras de pequeño tamaño: los tres más bajos relatan la leyenda y
entierro de San Honorato, un santo muy venerado en la zona, y en el más alto
encontramos un Calvario con Cristo en la Cruz, San Juan, la Virgen y dos
ángeles.
Toda la
iconografía nos habla de una nueva visión más humanizada de la religión:
el amor de la Virgen que nos ofrece a su Hijo y el sufrimiento de Cristo que
con su muerte redime a los hombres de sus pecados. Vemos otros detalles típicos
del gótico: que ya hemos mencionado: arcos apuntados, el gablete, las figuras
de las arquivoltas colocadas en el sentido de los arcos, el movimiento de las
figuras, que pierden hieratismo y seriedad, pero sobre todo lo vemos en la
actitud más natural de la Virgen y el Niño, que se sonríen y se miran.
El gótico es
un estilo propio de la Baja Edad Media, en el que el arte refleja una nueva
realidad social y espiritual, cuyo mayor y mejor exponente son las catedrales
góticas que se elevan en un entorno burgués y urbano, pero también más activo
económica y comercialmente.
PORTADA DEL
SARMENTAL
La obra que vamos a comentar es una portada de un edificio
religioso (la catedral de Burgos) de época y estilo gótico (s. XIII). El
material empleado es la piedra, que realiza una decoración en relieve y figuras
de bulto redondo, que posiblemente estuvieron poclicromadas. El autor es
anónimo, aunque puede que tenga influencias de alguno de los maestros de
Amiens.
La portada es abocinada, con arcos apuntados, arquivoltas y
parteluz, decorado con la estatua del obispo Mauricio de tamaño natural. Bajo
la línea de impostas vemos dos niveles, uno inferior en forma de galería de
arcos ciegos, y sobre él esculturas bajo las arquivoltas de santos y profetas,
del mismo tamaño que el obispo. Sobre el dintel encontramos un tímpano con dos
niveles: en el inferior, los 12 apóstoles están sentados bajo un doselete
corrido, y en el superior sobre los apóstoles el Cristo en majestad rodeado del
Tetramorfos, representado por cuatro escribanos en sus pupitres, acompañados de
sus símbolos correspondientes: el águila de San Juan, el león de San Marcos, el
toro de San Lucas y el Ángel de San Mateo. Dos de los escribanos están sobre
unas ondas que dividen el espacio, y en el vértice del tímpano un ángel
(mensajero de la inspiración divina) les transmite la Palabra a los
evangelistas. Cristo recuerda al de San Pedro de Moissac, con corona, barba,
una mano bendiciendo y la otra sosteniendo el libro de los Evangelios abierto.
Las arquivoltas están decoradas con figuras de ángeles con cirios (primera
arquivolta), y los 24 ancianos del Apocalipsis tocando instrumentos musicales
(las otras dos arquivoltas), todas colocadas siguiendo el sentido de los arcos,
como es propio del gótico.
La factura de las figuras es más naturalista y perfecta que
en el románico, pues los pliegues de la ropa acentúan la corporeidad de los
personajes, aunque hay rasgos arcaizantes como el diferente tamaño de las
figuras (la de Jesús más grande por la jerarquía de respeto), y su adaptación al marco arquitectónico (los
escribanos se inclinan para que su espalda se ajuste a la primera arquivolta).
La composición también tiene rasgos que recuerdan al románico: simetría, horror
vacui, ausencia de fondos, frontalidad de las figuras, que se ve atenuada –como
sucede en el Pórtico de la Gloria– por el hecho de que las figuras de los
apóstoles parecen estar conversando entre sí.
Durante el Románico y el gótico los modelos franceses
penetraron en la Península Ibérica gracias al camino de Santiago, en el que
encontramos Burgos como una de las etapas más importantes.
En la catedral de Burgos nació un taller que respondía a las
directrices de los maestros franceses que llegaban del país vecino. Un estilo
nuevo arraigó con fuerza en territorio hispano, pero no fue producto de una
evolución sino que surgió de la interacción entre las aportaciones francesas y
las pervivencias locales (cuyo mejor ejemplo es el Pórtico de la Gloria en
Santiago de Compostela). La puerta de El Sarmental, fruto del trabajo de
escultores franceses, es el testimonio más antiguo de la escultura gótica en la
Península. Y aunque, como hemos visto, perviven muchos rasgos románicos, la
cercanía propia de la espiritualidad gótica la observamos no sólo en un mayor realismo
en la manera de realizar las figuras, sino en el naturalismo con el que se
esculpen los peinados y vestidos de los apóstoles, que parecen de gente del
pueblo, lejos de la majestuosidad que vemos por ejemplo, en la catedral de
Chartres; y también en el realismo e incluso ingenuidad con que están
representados los escribanos.
Esta obra es una escultura prácticamente exenta. El material
empleado es la piedra, con policromía que se ha perdido. La temática es
religiosa, y es de estilo y época gótica (s. XIII). Es la llamada Virgen Blanca de la Catedral de León.
La imagen está ubicada sobre un pedestal situado en el parteluz
de la portada principal de la catedral de León, aunque es una copia, pues para
evitar su deterioro, el original fue trasladado al interior del templo en 1954.
Está coronada por un doselete calado, como solía ser norma en las esculturas de
las puertas. Madre e hijo están en actitud de bendecir y miran frontalmente, no
estableciéndose comunicación entre ellos. Este sea el detalle tal vez más
cercano al románico, que vírgenes como la de Amiens superarán con el diálogo de
miradas. Además, por encima de ella, en el tímpano, todavía se representa, como
suele ser normal en el románico, el Juicio Final. Los santos y los condenados aparecen
en el dintel, sobre el dosel. Las figuras han perdido la rigidez de las
vírgenes sedentes románicas para mostrarnos una actitud más humana. Esto se
aprecia en el gesto con que sostiene a su hijo y en los rostros serenos, pero
con una sonrisa amable. El canon es más alargado y sus ropas se pliegan para
dar forma y armonía al volumen de los cuerpos. La rigidez y la simetría
románica de la escena se rompe al desplazar del regazo a uno de los brazos la
figura del niño Jesús.
La Virgen porta una corona como símbolo de que es reina de los cielos y el niño el globo universal como que es el señor del orbe. El mensaje es que ambos todo lo pueden. Para dejarlo más claro la Virgen pisa una serpiente o dragón que representa al mal y el pecado.
El mensaje es que la madre de Dios es la nueva Eva que se vengará de la serpiente (el diablo) que hizo que la humanidad cayera en el pecado. Esta obra es un buen exponente del cambio que ha significado la nueva espiritualidad del gótico, que es más humanizada, más cercana al hombre. Igual que ahora se presenta un Cristo sufriente, humanizado, cercano al hombre, la Virgen se acerca al ideal humano de amor maternal.
La Virgen porta una corona como símbolo de que es reina de los cielos y el niño el globo universal como que es el señor del orbe. El mensaje es que ambos todo lo pueden. Para dejarlo más claro la Virgen pisa una serpiente o dragón que representa al mal y el pecado.
El mensaje es que la madre de Dios es la nueva Eva que se vengará de la serpiente (el diablo) que hizo que la humanidad cayera en el pecado. Esta obra es un buen exponente del cambio que ha significado la nueva espiritualidad del gótico, que es más humanizada, más cercana al hombre. Igual que ahora se presenta un Cristo sufriente, humanizado, cercano al hombre, la Virgen se acerca al ideal humano de amor maternal.
El
Doncel de Sigüenza
La imagen para comentar es una obra de arte
escultórica, concretamente un sepulcro realizado en alabastro, con restos de
policromía, realizado en torno al año 1500, situado en una capilla de la
catedral de Sigüenza (Guadalajara). No se conoce su autor con certeza, pero
posiblemente sea Juan Guas o Sebastián de Almonacid. Su estilo es del gótico
final, aunque se observan rasgos renacentistas.
El sepulcro está en una hornacina, adosado a
la pared, decorada en su parte superior con pinturas de escenas de la
pasión y debajo vegetales geometrizados y una inscripción alusiva al difunto, Don Martín Vázquez de Arce, muerto
durante la guerra de Granada en 1486 con apenas 25 años (recordemos que
“doncel” significa “joven”). En el hueco de la pared vemos un sarcófago
sostenido por tres leones decorado con relieves (dos pajes sosteniendo un
escudo de armas, y candelieri), y sobre él la tapa, con otra inscripción, que
sirve de soporte a una escultura en bulto redondo que representa al joven
difunto recostado sobre un manojo de hierbas, leyendo tranquilamente un libro.
Lleva un bonete sobre la cabeza, una capa corta, la cruz de Santiago en el
pecho, cota de malla, armas y armadura. A sus pies vemos un león recostado y un
pajecillo lloroso que se apoya en el casco del guerrero. La técnica es buena:
proporción, detalles, naturalidad, la textura de la cota de malla o de la
armadura están bien conseguidas. En el interior del arco encontramos dos
relieves junto al sarcófago, que representan a San Andrés y a Santiago,
patrones de su linaje.
Gran parte
de la fama de esta escultura, que viene a representar al ideal del caballero
del Renacimiento, como el presentado por Jorge Manrique en las “Coplas por la
muerte de mi padre”, se debe a que da una visión serena ante la muerte, sin el
sentimentalismo propio del gótico. Queda bien patente en este hermoso monumento
funerario el deseo de gloria, fama, prestigio, propio ya de los hombres del
renacimiento, frente a los símbolos relacionados con la muerte como son el
manojo sobre el que se apoya el joven, que recuerda que la vida es efímera como
el verdor de los prados; el león a sus pies da fe de su bravura, pero también
puede significar la resurrección; el paje que le toma el pie en señal de
familiaridad, símbolo de fidelidad y servicio, así como del dolor de la
familia.
Aunque la
escultura funeraria es corriente en el gótico, esta destaca por varios motivos.
En primer lugar, la novedad de no presentar al difunto orante o dormido, sino
leyendo, y además vivo, con los ojos abiertos; es un guerrero (como atestigua
su vestimenta) que ha dado su vida por su religión, sus reyes y su país, pero
también es un hombre culto como corresponde al ideal de caballero –por eso
lleva la cruz de Santiago– y humanista –está leyendo– que se impone a finales del XV, pues la
invención de la imprenta popularizó los libros entre las clases elevadas. En segundo lugar la modernidad que rezuma la
composición general de la obra, con el arco medio punto, la pintura que vemos
en el tímpano, y los candelieri, que nos acercan al Renacimiento italiano,
aunque el escudo de armas, la decoración vegetal pintada y el adorno exterior
del arco (mixtilíneo y con florones) nos retrotraen al gótico flamígero. Por
último, mencionar el sepulcro del Chantre Coca de la capilla del Rosario de la
Iglesia de San Pedro en Ciudad Real, muy semejante a éste y algo posterior.
GIOTTO. San Francisco entrega su capa a
un mendigo
Vemos una
obra de arte pictórica de carácter figurativo y estilo gótico realizado al
fresco por Giotto di Bondone a finales del XIII o principios del XIV (el
Trecento), que forma parte de la serie decorativa dedicada a la vida de San
Francisco en la basílica dedicada a este santo, en Asís (Italia), junto con
otras obras del mismo autor.
La
composición (cuyo centro es la cabeza del santo) es muy atrevida, pues tiene
una forma de “X” que dinamiza una escena que en principio tendería a ser
bastante estática. El punto de vista es algo bajo para una escena al aire libre
y con paisaje, con lo que consigue que los protagonistas nos parezcan más
cercanos.
Vemos a dos
personajes en primer plano (uno de ellos tocado por el halo de santidad, de
color dorado), que se están
intercambiando un trozo de tela. Junto a ellos y curiosamente también en
primer plano, aparece un caballo y al fondo, y colaborando a una incipiente
sensación de profundidad, un paisaje que mezcla naturaleza (rocas y escasa vegetación) con estructuras arquitectónicas,
en lo que parece ser un pueblo formado por casas blancas y una pequeña ermita.
Este fondo se convierte en el escenario creíble en el que transcurre la acción,
lo cual es una novedad respecto a la anterior pintura románica.
Es la
representación de uno de los episodios más conocidos de la vida de San
Francisco de Asís: el momento en que se despoja del manto para dárselo a un
mendigo. Este episodio pertenece a la juventud del santo, antes de renunciar a
todas sus riquezas.
En cuanto a
los valores plásticos de la obra, destacamos la coherencia de la gama cromática
en tonos cálidos que sólo se interrumpen con el azul del cielo al fondo que
conecta con el azul del la vestimenta de San Francisco en primer plano. Las
figuras están proporcionadas y bien moldeadas por los matices de los colores y
la luz, muy lejos de las formas románicas y bizantinas que aún se aprecian en
las obras de su maestro Cimabúe. Asimismo, los pliegues de las telas, el
caballo y hasta las construcciones del fondo están realizadas con naturalidad y
realismo. Únicamente vemos algunos rasgos arcaizantes en las rocas del paisaje
y en la perspectiva de las construcciones.
La obra
realizada entre 1297 y 1299, es decir, ya al borde del siglo XIV, constituye
una buena muestra de la pintura gótica, en concreto de la escuela pictórica
denominada Italo-gótica o de los "Primitivos Italianos", una serie de
autores que desde las escuelas sienesa y florentina alumbrarán una nueva
figuración que culminará en la pintura renacentista.
El contexto
sociocultural del arte gótico está marcado por el renacer de la cultura urbana
en Europa y por la nueva sensibilidad de una nueva clase social, la burguesía.
Pero también y especialmente en este periodo bajomedieval por un cambio en el
sentimiento religioso propiciado por el Pensamiento franciscano, que se
traducirá artísticamente en una tendencia naturalista, que frente al simbolismo
y el conceptualismo de las representaciones románicas se fundamentará en un
nuevo intento de mímesis de la naturaleza. El interés de estos autores se
centrará en dotar de realismo sus representaciones, lo que lleva, como
observamos en la obra que comentamos, a tratar incluso a los personajes sagrados
como humanos. De hecho, tan sólo la orla de santidad diferencia a San Francisco
del mendigo al que entrega su capa, alejándose de la rígida jerarquización
románica.
Giotto di
Bondone, trabaja en esta línea que describimos pero su interés por hacer de la
pintura un hecho intelectual, basado en el dominio de técnicas y conceptos y
orientándola hacia el dominio de la representación espacial, lo ha convertido
en el más sobresaliente representante de estas escuelas pictóricas y le ha
valido el título de iniciador de la pintura moderna. La pintura de Giotto, como
apreciamos en nuestra lámina, se inspira en el natural rompiendo con la
estilización bizantina y convirtiendo en prioritaria la presencia del paisaje
realista y de la figura humana, que en sus obras de madurez (entre 1300 y
1305), alcanzará ampulosidad y volumen. Así lo vemos en los frescos de la
Capilla de la Arena (en Padua) o en el Cristo de Santa María Novella
(Florencia). También desarrolló una importante carrera como arquitecto
(campanille de la catedral de Florencia), pero de estilo gótico. Junto con
Giotto y ya en el siglo XV, será la pintura gótica en Flandes (la escuela de
los "Primitivos Flamencos") los que completen una nueva manera de
entender la pintura dando paso a una nueva era artística: el Renacimiento.
Se trata de
una obra pictórica, con la técnica de óleo sobre tabla. Es conocido como el
Políptico del Cordero místico, y se encuentra en la Catedral de San Bavón en
Gante (Bélgica). Se terminó en 1432 y su autor es Jan Van Eyck, aunque fue
iniciada por su hermano Hubert (estos datos constan en una inscripción en el
marco). El conjunto completamente abierto tiene unas dimensiones de 3,5 X 4,6
m. Es de estilo gótico flamenco.
El políptico
cerrado está dividido en compartimentos (semejando un retablo), cada uno
con un personaje (salvo en las dos centrales): abajo están pintados los
donantes José Vijd y su esposa Isabel Borluut,
que dirigen su oración a los santos Juanes (Bautista y Evangelista, en
grisalla). Sobre ellos, un interior con la Anunciación ante una ventana abierta
por la que se contempla una calle de Gante. En el ático dos profetas (Zacarías
y Miqueas) y dos sibilas (la Cumana y la Eritrea). Abierto, el espacio
se duplica dividido en dos pisos: arriba Dios en el centro, y a los lados la
Virgen, San Juan Bautista, ángeles cantores y Adán y Eva (7 tablas en total).
En el piso inferior, compuesto por cinco tablas, vemos a todos los santos que adoran al
Cordero Místico, divididos en diversos grupos. En el centro tenemos la que
representa en medio de un “locus amenus” con lejanas ciudades al fondo, la
adoración del Cordero que está de pie sobre un altar rojo; de su pecho brota un
chorro de sangre que se recoge en un cáliz. Doce ángeles lo rodean, unos orando,
portando instrumentos de la Pasión, y otros turiferarios. Sobre el Cordero, el
Espíritu Santo lanza rayos luminosos en un cielo azul. Debajo del Cordero está
la Fuente de la vida, rodeada a la derecha por los apóstoles, y tras ellos una
muchedumbre de eclesiásticos, encabezados por papas; a la izquierda el pueblo
judío (David, Noé, profetas) y pagano (Virgilio). Más atrás, en la espesura,
sale un grupo de santas vírgenes a la derecha, y de mártires a la izquierda.
Otras dos tablas representan a la derecha ermitaños y peregrinos, entre los que
destacan San Antonio Abad, San Cristóbal y María Magdalena. Las 2 tablas de la
izquierda tienen soldados y caballeros (“milites Christi”), algunos santos
(como San Jorge) y en otros se identifica a grandes señores de la época. Tanto
abierto como cerrado, apreciamos una composición simétrica.
Esta obra
es grandiosa en muchos aspectos. Lo es por el tamaño, por anunciar
el venidero Renacimiento en su realismo y composición (pese a la forzada
simetría que lo retrotrae al Medievo), naturalidad, avances en la perspectiva y
en la mímesis… Por ejemplo, Adán y Eva aparecen desnudos, con una excelente
carnación y volumetría, aunque sus cuerpos no guardan relación con los que ya
se hacen en Italia, pues en vez de una belleza ideal, vemos dos figuras tomadas
de la realidad, con cuerpos comunes y vulgares, no muy grandes de talla,
anatómicamente bien estudiados, pero sin deseo de mejorarlos. En general, son
muestras características del retrato realista que nos ofrecerá Jan Van Eyck.
También vemos los característicos “paños quebrados” de la pintura
flamenca. La técnica del óleo, que aquí se usa quizá por primera vez,
permite también realizar un paisaje hermoso, inmenso, verde por completo, lleno
de plantas, flores y frutos, con suaves colinas
que casi ocultan las ciudades del fondo, las cuales se ha querido
identificar con ciudades reales (Utrecht, Gante...), y todo ello gracias al
detallismo (quizá demasiado) que esta técnica hace posible. Los colores son
vivos, a veces metálicos, con increíbles calidades táctiles gracias al uso de
veladuras, apreciables especialmente en la vestimenta de las figuras de mayor
tamaño.
Desde el
punto de vista religioso aquí aparece el tema de la redención en su
dimensión terrena (los santos de todos los tiempos y culturas que adoran al
Cordero) y celestial (la presencia de Dios padre, el Espíritu y el Hijo, que
aparecen en la misma vertical y en el centro) siguiendo el relato del
Apocalipsis para la colocación de los personajes. En otro sentido, la tabla
cerrada (con las profecías y la anunciación) es como la premonición de lo que
nos encontraremos en el interior: la venida del Cordero que con su sangre
redime al mundo, no sin la intercesión de María y del Bautista ante Dios Padre
(“déesis”, súplica). Aunque esta obra culmina el ciclo teológico medieval, aquí
están presentes la humanidad y la naturaleza, con toda su riqueza de formas. La
adoración del cordero ocurre sobre la tierra, una tierra deslumbrante de
belleza, contemplada sin nostalgia ni remordimiento del pecado.
El retablo
no siempre ha permanecido en su lugar, aunque su estado de conservación es
bueno: durante la Revolución francesa fue llevado a París, pero después fue
devuelto a su lugar, en 1816. Ese mismo año, las alas exteriores no se colocaron
y el cabildo decidió venderlas, llegando a ser propiedad del Emperador de
Prusia. Tras la I Guerra Mundial, el Tratado de Versalles obligó a Alemania a
devolver estas tablas, y en 1920 quedó completo el políptico en la Iglesia de
San Bavón, hoy Catedral de Gante, en el lugar para el cual había sido pintado.
En 1934 fue robada la tabla de abajo de la izquierda, que ha sido sustituida
por una copia fiel. Desde 1986 el original se encuentra expuesto, bien
protegido, en el museo de la catedral, y en su lugar hay una excelente
reproducción.
El matrimonio Arnolfini
Se trata de
una pintura sobre tabla, realiza con la técnica del óleo, recién inventada
entonces, de 82 x 60 cm. Como dice el autógrafo que se lee en el cuadro, el
autor es Jan van Eyck y la fecha la de 1434. Es estilo es el propio de los
primitivos flamencos, a caballo entre el gótico final y el renacimiento.
Vemos un el
interior de una vivienda acomodada de los Países Bajos (concretamente de la
Gante, donde vivían los retratados), un típico interior burgués lleno de
comodidades y de pequeños detalles. Un hombre descalzo, con un manto de tela y
piel y sombrero negro levanta la mano derecha en actitud de jurar mientras con
la otra toma de la mano a una mujer también descalza (su calzado está al fondo
junto a un sillón rojo) vestida de verde y una toca blanca en la cabeza. En la
pared del fondo se ve un espejo cóncavo en el que se reflejan otros dos
personajes que estarían fuera del cuadro; a la izquierda entra por dos ventanas
(una no aparece) la suave luz norteña, y a la derecha vemos una cama con la
ropa roja. La composición refleja serenidad y equilibrio, y vemos el detallismo
del pintor que dibuja hasta el último pelo del perro que aparece en primer
plano, y en los pliegues quebrados, tan típicos de este estilo, que aparecen en
el vestido de la mujer. Las proporciones y los volúmenes están muy bien
conseguidos gracias a los matices de los colores y la gradación de la luz, así
como las calidades de objetos y carnaciones, pero no así la perspectiva, que
presenta varios puntos de fuga.
Este cuadro
es algo más que el retrato de unos esposos, Giovanni y Giovanna Arnolfini. Todo
nos indica que en realidad refleja una ceremonia de boda privada, una especie
de acta del compromiso matrimonial, como indica la firma del autor (en latín):
“Johannes de Eyck fuit hic 1434” –Juan Van Eyck estuvo aquí en 1434-, que haría
de testigo, junto con el otro personaje que aparece reflejado en el espejo. A
esto se añade el juramento del esposo mientras toma la mano de la esposa.
También nos encontramos alusiones a la protección que Dios otorga al
matrimonio: la vela solitaria que arde y cuya función no es iluminar la
estancia representa la luz de Cristo; el hecho de ir descalzos ambos personajes
no sólo es señal de comodidad hogareña, sino del terreno sagrado (el sacramento
del matrimonio) que pisan los esposos en el momento de juramento; la escoba que
aparece al fondo es símbolo de laboriosidad, y nos remite a Marta, la hermana
de Lázaro, el amigo de Jesús; otros símbolos religiosos son el rosario, las
escenas de la Pasión que rodean el espejo, y la figura de Santa Margarita,
esculpida en madera, patrona de los nacimientos. Otras alusiones a la vida
matrimonial son: la cama (del color de la pasión: rojo), la colocación de las
sandalias: las de la mujer al fondo junto a la cama, las del hombre cerca del
exterior junto a la puerta de la habitación; el perro del primer plano, símbolo
de la fidelidad; el peligro del adulterio, representado por las tallas en
madera de dos feos monstruos, uno de los cuales aparece sobre las manos unidas
de los esposos; por último, vemos que la mujer saca el vientre y lo abulta con
la tela de su vestido, como si desease estar embarazada (en realidad, los
Arnolfini no pudieron tener hijos). También hay alusiones a la riqueza de estos
esposos, pues Giovanni Arnolfini era un rico comerciante italiano: la ropa que
llevan ambos, muy cara; sus joyas (collares, anillos, el cinturón de cordobán
que luce ella); las naranjas que hay junto a la ventana, que a la vez que
indican la procedencia de los personajes, nos hablan de su riqueza, pues en los
Países Bajos este fruto obtenido en los países mediterráneos era objeto de
lujo; la alfombra, la vidriera, la lámpara de bronce dorado; el rico mobiliario
de madera…
Este cuadro
influyó en pintores como Velázquez (lo vemos en las Meninas), pues estuvo en
las colecciones reales españolas hasta que los franceses lo robaron durante la
Guerra de Independencia. En la actualidad se encuentra en la National Gallery
de Londres. Su estado de conservación es bueno Otras obras de Jan Van Eyck,
pintor al servicio de la burguesía acomodada que surge a finales de la Edad
Media, son la adoración del Cordero
Místico (Políptico de Gante), la
Virgen del Canciller Rollin, la
Virgen de canónigo Van der Paele y el
hombre del turbante rojo.
Descendimiento. Roger Van del Weiden.
La imagen
para comentar es una obra pictórica realiza sobre tabla con la técnica del
óleo. Es del estilo de los Primitivos Flamencos, a caballo entre el gótico
final y el Renacimiento, pintado en hacia 1440. Es un cuadro de gran formato,
con figuras de tamaño casi natural. Su autor es Roger Van der Weiden y se
encuentra en el Museo del Prado.
Tiene forma
semejante a la de un retablo, con ático y tres calles. Representa una especie
de caja dorada, en la que la maestría del pintor nos hace creer que estamos no
ante una pintura, sino ante un retablo escultórico con estatuas policromadas. A
ello contribuye el trampaojo de las esquinas decoradas con tracería, y el único
asomo de paisaje: el suelo rocoso en el vemos hierbajos, huesos y una calavera
(no olvidemos que Gólgota significa “calavera” en hebreo). Vemos a los
personajes propios de este relato evangélico: de izquierda a derecha vemos a
María de Cleofás, San Juan Evangelista, la Virgen María, sostenida por María
Salomé; en el centro vemos a Jesús, sostenido por José de Arimatea, que lo
envuelve en un lienzo blanco, y tras la cruz, un ayudante; Nicodemo sostiene
las piernas de Jesús, luego hay un personaje anónimo (quizá uno de los
donantes) que lleva en su mano un frasco de perfume, y cierra el cuadro por la
izquierda María Magdalena.
La
composición está muy cuidada: San Juan y la Magdalena cierran el cuadro por
ambos lados, con sus cuerpos curvados. Hay una poderosa línea de fuerza oblicua
trazada por el cuerpo de Jesús, que se repite más abajo en la Virgen,
prácticamente en la misma posición que su hijo. Las figuras (salvo la Virgen,
lo cual otorga más fuerza a su personaje) se disponen en grupos de tres, y los rostros,
salvo (de nuevo) el de la Virgen y el del ayudante, se sitúan en una línea
horizontal a la altura de los ojos del espectador. El rectángulo de espacio que
ocupan los personajes está hecha conforme a la sección áurea, lo que va a estar
muy de moda en el Renacimiento. Las figuras de María Salomé, la Virgen y
Nicodemo forman un óvalo central.
El colorido
es vivo, natural y luminoso, y la proporción y los volúmenes están
perfectamente conseguidos gracias a las ricas tonalidades y a las perfectas
calidades, que se aprecian sobre todo en los ropajes, con los típicos paños
quebrados propios de los primitivos flamencos, y en las carnaciones, sobre todo
en los rostros. También vemos el gran detallismo que era posible realizar
gracias a la textura conseguida con la técnica del óleo. La naturalidad también
se ve en el dolor y el llanto que expresan los personajes, o en la descolorida
cara de la Virgen desmayada; aparece vestida de azul (el color más caro después
del oro).
El esplendor
de la espiritualidad y del arte del gótico final se reflejan en este
descendimiento en que se muestra el dolor de la Virgen y la muerte de Jesús,
con un afán más devocional que didáctico, pues busca conectar al espectador con
el sufrimiento humano de ambos, lo que se consigue con el expresivo dramatismo
que denotan los personajes. Este cuadro sería la tabla central de un tríptico
(cuyos laterales se perdieron) encargado por el gremio de ballesteros de
Lovaina, como indican las tracerías en forma de ballesta y dos pequeñísimas ballestas
que aparecen colgadas del interior de las esquinas centrales. El cuadro fue
adquirido por la tía de Felipe II María de Hungría (quien además de pagarlo, se
comprometió con el gremio de ballesteros a sustituirlo por una copia), y
finalmente adquirido por Felipe II en su viaje a los Países Bajos. En el viaje
a España sufrió daños al casi naufragar el barco que lo transportaba, pero
fueron bien reparados. A petición de Felipe, el pintor Navarrete El Mudo le
añadió unos laterales que lo convertían de nuevo en un tríptico, pero se han
perdido. Su estado de conservación es muy bueno, y ha sido recientemente
restaurado, mostrando en la actualidad toda la belleza de su colorido original.
Fue una obra muy famosa desde el principio, de la que se hicieron desde el
principio numerosas copias, y sigue siendo muy reproducida en la actualidad.
En la imagen
vemos una obra de arte pictórica, concretamente un tríptico realizado con la
técnica del óleo, siendo el soporte tabla. Es de finales del s. XV, y su
estilo, influido por los primitivos flamencos, puede considerarse ya dentro del
Renacimiento, aunque presenta algunos rasgos arcaizantes. Se encuentra en el
museo del Prado, y su autor es el holandés Jerónimo Bosch, más conocido como El
Bosco. Abierto mide más de dos metros de alto por casi cuatro de ancho.
En la tabla
izquierda se representa en un paisaje idílico la creación de Adán y Eva por
Dios (que aparece representado como Jesucristo), junto al Árbol de la Vida, el
árbol del Bien y del Mal (en el que se enrosca la serpiente) y una imaginativa
Fuente de la Vida. Junto a las aves y animales recién creados que dan un
ambiente optimista, hay signos que indican el próximo pecado: el demonio
(representado por una roca antropomorfa de la que sale la serpiente), reptiles
que surgen del agua, algunos signos de violencia (un leopardo que come una
rata…).
En la tabla
central (el Jardín de las Delicias propiamente dicho) vemos una complicada
escena con cientos de personajes en actitudes eróticas: en un estanque circular
un grupo de mujeres desnudas se da un baño y son contempladas por un numeroso
grupo de jinetes también desnudos que cabalga alrededor. La escena es
explícitamente sexual (montar un caballo es un símil de realizar el acto
sexual) y los caballeros pretenden relación carnal con las damas (la más
atrevida ya está saliendo del agua). El fondo está ocupado por unas
imaginativas estructuras absolutamente fantasiosas y surrealistas. En todo el
paisaje vemos animales (sobre todo pájaros, imagen de la lujuria) y frutos
carnosos (símbolos del acto sexual) con tamaños desmesurados y hombres y
mujeres, todos desnudos, entregándose febrilmente a todo tipo de placeres
carnales. Hay todo tipo de posturas, actos, desviaciones sexuales. La lujuria
lo invade todo.
En la tabla
derecha se representa el infierno donde los condenados, protagonistas de
diversos pecados, sufren tormentos en medio de un paisaje desolado, en llamas,
amenazante y lleno de seres horrendos que los devoran, aplastan y asesinan, y
de símbolos de pecados sobre todo la lujuria. En el centro se encuentra el
hombre-árbol , quien , sin trasero y con sus brazos en forma de troncos secos y
sus manos como botes flotantes, contempla lo que sucede en sus entrañas. Sobre
su cabeza un disco con demonios y sus víctimas en torno a una gaita. En el
ángulo inferior derecho aparece Lucifer como un monstruo con cabeza de pájaro y
pies de vasijas que engulle cuerpos para después defecarlos en un orinal desde
donde caen a un pozo. En él el glotón (gula) es obligado a vomitar y un
individuo defeca monedas (el dinero no sirve en el infierno). Al lado, la dama
orgullosa (soberbia) se ve obligada a reflejar sus encantos en las nalgas de un
diablo. En un lago los patinadores caen y se hunden. Encima, un caballero con
armadura (ira) es atacado por una jauría. Un tanque infernal formado por dos
orejas y un cuchillo (pene y testículos) avanza sobre los condenados y los aplasta.
Incluso los instrumentos musicales sirven de armas terribles para ejecutar a
los malditos. Los personajes situados en primer término parecen condenados por
el juego y las tabernas ya que portan dados, naipes y tableros de juego.
La técnica
minuciosa de El Bosco está directamente relacionada con la pintura de su época
y los avances con el óleo. Pero su forma de componer y situar las figuras en el
espacio, es única y novedosa en su época.
Cerrado, el tríptico representa el universo recién creado, en forma de círculo plano dentro de una esfera, pintado en grisalla.
Cerrado, el tríptico representa el universo recién creado, en forma de círculo plano dentro de una esfera, pintado en grisalla.
El tríptico
cerrado y abierto es una alegoría completa del origen y fin del mundo: cerrado
muestra una de las primeras escenas del Génesis, la creación; por el contrario,
abierto enseña la Creación completa en la puerta izquierda, el Infierno en la
derecha, y en el centro las más variadas formas de la sensualidad, que
representan una vida de pecado. Leído de principio al fin, narra la historia de
la caída del género humano pero pesimista, puesto que no se ve la salvación
tras el juicio final. El Bosco es uno de los primeros genios de la historia del
arte que introduce en sus imágenes el componente onírico que supera la
realidad. Puebla sus paisajes con monstruos, plantas antropomorfas, objetos
imposibles. La fantasía, el humor, la crítica vitriólica saturan esta imagen
cruda del ser humano, que se precipita en el infierno con cada uno de sus
actos. Su interpretación de un tema clásico de la pintura religiosa, no tienen
nada en común con los otros pintores de su entorno, aunque su afán moralizante
lo retrotrae a la Edad Media.
INTRODUCCIÓN y CARACTERÍSTICAS.- El arte gótico está relacionado con el resurgimiento de las ciudades de la 2º ½ del XIII hasta el XVI, y también con una nueva espiritualidad, más personal y humanizada. En cuanto a la arquitectura, se van a necesitar muchos edificios de gran tamaño (por el aumento de población en las ciudades), que se construyan relativamente deprisa, amplios y luminosos. Para todo ello va ser muy importante el arco apuntado u ojival. Al distribuir los empujes conduciéndolos hacia la vertical, y disminuir los empujes laterales, permite aligerar los muros, pues los pilares absorben casi todo el peso. Los vanos se amplían y se cubren de vidrieras y ventanales. Los contrafuertes, que acentúan su sentido ascensional por medio de pináculos, se separan a veces del muro en su parte superior, apoyándose en él por medio de arbotantes. La bóveda usada es la de crucería, que se forma en un espacio cuadrangular por el cruce de dos arcos apuntados, cuyos nervios se prolongan hacia abajo, en los pilares, por medio de finas columnillas o baquetones. Los espacios entre los nervios se rellenan con lajas de piedra muy ligeras unidas con argamasa (plementería). De hecho, el pilar es un haz de baquetones. Las bóvedas se pueden complicar, siendo además sexpartitas, de terceletes, o estrelladas.
bóveda cuatripartita (de crucería "normal") |
bóvedas sexpartitas |
bóveda de terceletes |
bóveda estrellada |
En el exterior se siguen usando las arquivoltas y el abocinamiento, y los arcos suelen estar enmarcados por una especie de ángulo agudo (gablete). Otra novedad respecto al románico es que van a aparecer, junto con los templos, muchos edificios civiles: ayuntamientos, lonjas, palacios…
catedral de Amiens |
catedral de Reims (interior) |
catedral de Reims |
planta de la catedral de León |
CATEDRALES.- Serán de gran tamaño, altas y luminosas (simbolismo religioso), de 3 ó 5 naves, con una o dos girolas. El hastial suele tener tres portadas, la del centro más grande. Sobre él suele situarse un gran rosetón decorado con vidrieras. A cada lado encontramos una torre, a veces rematadas por altas agujas. El transepto se sitúa hacia el centro de la iglesia, y sobre el crucero se construye una elevada flecha. En el interior encontramos arcos formeros apuntados que separan la nave central de las laterales. Sobre ellos, en la pared, suele situarse un triforio (una estrecha galería dividida en tramos de 3 ó 4 vanos) y sobre él un claristorio de vidrieras. Tras el presbiterio y la girola, los absidiolos se sitúan en sentido radial. Va a ser normal encontrar capillas laterales (dos en cada tramo, junto a las naves exteriores), situadas entre los contrafuertes, de uso normalmente funerario. La decoración se concentra en las portadas, las arquivoltas con decoración escultórica en sentido longitudinal del arco, y tímpanos y parteluz decorados con estatuas. En el interior, la decoración escultórica suele ser vegetal o geométrica, situada sólo en las impostas y capiteles. Como el presbiterio está muy iluminado, su fondo se suele decorar con grandes retablos. Igual que el románico se extendió gracias a Cluny, la espiritualidad gótica la extenderán los benedictinos reformados del francés Bernardo de Claraval (orden del Císter) y los franciscanos.
plano de la Lonja de Palma de Mallorca |
lonja de Palma de Mallorca (interior) |
plano de la lonja de Valencia |
lonja de Palma de Mallorca |
lonja de Valencia |
lonja de Valencia (interior) |
lonja de los Paños (Ypres) |
ayuntamiento de Bruselas |
ayuntamiento de Lovaina |
ayuntamiento de Siena (Palazzo Publico) |
ayuntamiento de Brujas |
ayuntamiento de Florencia (Palazzo della Sigonoria o Palazzo Vecchio) |
palacio Ducal (Venecia) |
LOS AYUNTAMIENTOS.- Junto con las lonjas y los palacios, suponen los edificios de uso civil más importantes de la arquitectura gótica. La riqueza de las ciudades se va a ver reflejada en estos magníficos edificios, normalmente de planta rectangular y con varios pisos, que se asemejan vagamente a una catedral gótica. A veces encontramos una torre con un reloj. Los más importantes los encontramos en las ciudades de los Países Bajos y en Italia. Podemos mencionar los ayuntamientos de Bruselas, de Brujas y Lovaina; y en Italia, los de Siena, Florencia (Palacio de la Signoría) y el de Venecia (palacio Ducal). En España, destacar el Consejo de Ciento en Barcelona
TEMA 13. ARQUITECTURA GÓTICA ESPAÑOLA
En España tenemos que diferenciar claramente entre la corona de Castilla
y la corona de Aragón, pues mientras que en la primera se observa una
clara influencia del gótico francés, en la segunda vemos una
arquitectura más cercana a las formas de gótico mediterráneo,
especialmente el italiano.
CORONA DE CASTILLA.- Durante el s. XIII se construyen numerosas
catedrales en Castilla, destacando la catedral de Burgos, poco después
comienza a construir la de Toledo, y a mediados de siglo comienza la
construcción de la catedral de León, interviniendo maestros franceses en
su construcción.
La catedral de Burgos se inicia en 1221 por un francés, el maestro Enrique. Su planta se inspira en las catedrales francesas, aunque simplificada, de manera que sólo tiene tres naves y una girola, con el transepto de una sola nave. Como es habitual, en el interior el espacio se divide verticalmente en tres partes: arquerías con arcos formeros que separan las naves, triforio y claristorio con vidrieras. El hastial (fachada) es espectacular: sobre un basamento en el que encontramos tres portadas (la del centro más grande) se levantan las torres con tres alturas rematadas por bellas agujas caladas, y un cuerpo central de dos pisos en el que destaca un rosetón.
La catedral de Toledo se empieza a construir en 1226, también por un maestro francés: el maestro Martín, aunque Petrus Petri continuó con las obras. Tiene una planta de 5 naves y doble girola, con transepto de una sola nave, que no está centrada sino cerca del presbiterio, y que no sobresale del resto de la planta. Tiene la particularidad de que las naves exteriores son más anchas que las otras. En la portada encontramos sólo una torre con los primeros tramos cuadrados y los superiores octogonales, rematada por una aguja metálica. A la derecha se encuentra la otra torre, inacabada. La parte más antigua del templo es la cabecera que mantiene en su arquitectura los triforios originales que se extendían a lo largo de las naves de donde fueron suprimidos posteriormente.
La catedral de León fue dirigida por el maestro Enrique, arquitecto francés. La triple entrada de la fachada recuerda la catedral de Chartres: rosetón y torres rematadas con agujas caladas. Las torres están situadas a los lados de las naves laterales, sobresaliendo del resto de la planta. Tiene tres naves (5 después del crucero). El transepto no sobresale de la planta. El muro de la nave central se dividen en tres tramos, como en las catedrales francesas, con la particularidad de que su gran altura permite que el triforio y los ventanales-vidriera sean muy grandes y altos.
La catedral de Sevilla, muy posterior (1401) tiene planta casi cuadrada y 5 naves, construida sobre el solar de la antigua mezquita.
El gótico Isabelino o
flamígero se da a finales del XV y en el XVI, caracterizándose por un
minucioso recargamiento que da una sensación “llameante” o un trabajo
propio de plateros (“plateresco”). Ejemplos: Capilla del Condestable
(Burgos), Capilla de los Vélez (cat. de Murcia), fachada de la
universidad de Salamanca.
CORONA DE ARAGÓN.- Vemos
características propias como: la ausencia de elementos decorativos en
los muros, poca superficie ocupada por vidrieras, capillas entre los
contrafuertes, y naves de casi igual altura (planta-salón). Destacan:
Iglesia de Santa María de Mar, en Barcelona: el exterior es macizo y sobrio con predominio de líneas horizontales. La
austeridad general es aún más manifiesta en los laterales, sin
arbotantes, formados por una pared plana sin decoración que cierra el
espacio entre los contrafuertes y permite la presencia de capillas interiores. En el interior vemos tres naves, con girola y sin crucero. Hay cuatro tramos de naves, y el presbiterio consta de medio tramo y un polígono de siete lados, todo cubierto con bóvedas de crucería y
coronado con magníficas claves de bóveda, que están policromadas. La
planta salón se consigue por la amplitud de los tramos, la altura de las
naves (separadas por altos pilares octogonales), y la poca diferencia
de altura (tan sólo 1/8). Al interior, la organización en altura viene
marcada por los arcos que separan las capillas (4 por tramo) entre
contrafuertes y los ventanales (no muy grandes) que hay sobre ellos.
A diferencia del castellano, el gótico catalán tiene buenos ejemplos de arquitectura civil: la lonja de Palma y la de Valencia, ambas del s. XV y con planta salón. La de Valencia (con tres naves y cinco tramos, separados por columnas helicoidales), de Pere Compte, se inspira en la de Palma (de Gillem Sagrera), más sobria.
Lonja de Valencia. Pere Compte |
Lonja de Palma de Mallorca. Guillem Sagrera |
TEMA 14. CARACTERÍSTICAS DE LA ESCULTURA GÓTICA
INTRODUCCIÓN.- Al igual que en la arquitectura, también en la escultura apreciamos un cambio hacia una mayor humanización y hacia una espiritualidad más cercana. Es cierto que se mantienen algunas de las características propias del románico, como son la temática fundamentalmente religiosa, la supeditación al marco arquitectónico, la policromía, el horror vacui y la persistencia de algunos temas (sobre todo el Pantocrátor y el Juicio Final). Pero también encontramos importantes novedades.
INTRODUCCIÓN.- Al igual que en la arquitectura, también en la escultura apreciamos un cambio hacia una mayor humanización y hacia una espiritualidad más cercana. Es cierto que se mantienen algunas de las características propias del románico, como son la temática fundamentalmente religiosa, la supeditación al marco arquitectónico, la policromía, el horror vacui y la persistencia de algunos temas (sobre todo el Pantocrátor y el Juicio Final). Pero también encontramos importantes novedades.
LA ESCULTURA.- La encontramos sobre todo en las portadas. En las arquivoltas, ahora las figuras siguen la dirección del arco, y no son radiales como en el románico. Como novedad aparecen el interior de los templos los retablos escultóricos
que decoran los altares, ilustrados con escenas de la vida de la Virgen
y los santos, que aparecen como intercesores entre Dios y los hombres;
en los sepulcros, que reflejan la influencia y poder de la nueva nobleza urbana; y las sillerías de
los coros (en madera), lugar donde los monjes y canónigos cantan
durante las celebraciones. En los capiteles y líneas de impostas
desaparece la “biblia en piedra” (la gente es menos ignorante),
sustituida por motivos geométricos y por decoración vegetal. La pasión y la crucifixión son temas que aparecen con mayor frecuencia. Otra novedad es la paulatina recuperación de la naturalidad y de la mímesis: la proporción es más real, las figuras ganan naturalidad y pierden simetría, y se humanizan rostros y gestos, encontrándose comunicación (miradas, caricias, incluso sonrisas) entre las distintas figuras. Los pliegues de la ropa se hacen más naturales y holgados, sugiriendo a veces las formas del cuerpo. El cambio de espiritualidad se ve no sólo en el mayor protagonismo de la Virgen (imagen
de algo tan humano como el amor maternal) que ya no es el trono de
Cristo, sino una madre que está de pie y tiene a su hijo en brazos, y
de los santos (que han vivido en el mundo haciendo la voluntad de Dios), sino también en la apariencia del crucificado,
que aparece más humano y cercano al hombre, al mostrar todo el
sufrimiento de la Pasión: corona de espinas, sangre, desnudez, heridas,
pies clavados uno sobre otro.
LA ESCULTURA GÓTICA EN EUROPA.- dejando aparte el caso de Italia (con fuerte influencia clásica, como vemos en los púlpitos de Nicola Pisano),
va a prevalecer el estilo francés, que se extenderá por casi toda
Europa, con una evolución hacia una mayor naturalidad en la que pueden
diferenciarse tres etapas:
- en el s. XIII se mantiene todavía cierta severidad, pese a las
novedades que ya hemos mencionado (ejemplo: portada de la catedral de
Reims).
- en el s. XIV aparece el “gótico internacional”, con figuras más
alargadas, curvilíneas y amaneradas, sinuosos plegados. Intentan
plasmar lo anecdótico, pero también los sentimientos (ejemplo: ángel
sonriente de Reims).
- en el s. XV las figuras son más movidas, patéticas y voluminosas (ejemplo: Pozo de Moisés, sepulcro de Felipe el Atrevido).
ESCULTURA GÓTICA EN ESPAÑA.- En nuestro país se siguen los modelos franceses, si bien en la corona de Aragón se percibe cierta influencia italiana (ángel de la Lonja de Palma de Mallorca). Los ejemplos más antiguos los encontramos es las catedrales de León (Portada del Juicio, Virgen Blanca) y Burgos (Portada del Sarmental). Más evolucionados (s. XIV) son la Virgen Blanca de la catedral de Toledo y el San Carlomagno de Gerona, obra de Jaume Cascall.
La Virgen Blanca de León presenta algunos arcaísmos, como la
falta de comunicación entre madre e hijo, pero la mímesis está muy bien
conseguida en la proporción, y en las formas del cuerpo y pliegues de la
ropa. Ambas figuras están sonriendo y bendiciendo, y se ha perdido la
simetría, pues el niño está sobre un brazo de la Virgen, que aparece con
una corona (reina del Cielo) y está pisando una serpiente, símbolo del
mal.
En la portada del Sarmental, también del s. XIII, vemos 4 arquivoltas de arcos apuntados (la exterior sólo con decoración vegetal y las restantes con los personajes –ángeles músicos, los 24 ancianos del Apocalipsis- situados en la dirección de los arcos). Sobre el dintel aparecen los 12 apóstoles sentados bajo un dosel corrido, y sobre él los 4 evangelistas junto con sus símbolos (el Tetramorfos) y el ángel que los inspira, rodean a Cristo Juez (el Pantocrátor), que aparece sentado y bendiciendo. Si bien el tema es románico, hay jerarquía de respeto y las figuras tienen cierta severidad, también observamos naturalismo en los ropajes, los personajes se relacionan entre sí y las esculturas son prácticamente exentas
TEMA 15. PINTURA GÓTICA: GIOTTO Y LOS PRIMITIVOS FLAMENCOS
2. PERIODIZACIÓN Y ESCUELAS.- En el s. XIII aparece en Francia el Gótico Lineal,
caracterizado por la importancia de la línea y la viveza del colorido.
Buenos ejemplos son las vidrieras, y las miniaturas del Libro de las muy ricas horas del duque de Berry.
vidriera de Simón el Mago. Catedral de León |
Partida de caza. Página del libro de horas del Duque de Berry |
El hombre-zodíaco. Página del libro de horas del Duque de Berry |
- En Italia encontramos el estilo Italo-Gótico; en un primer momento vemos cómo se va diferenciando de la pintura románica, aunque se basa en los modelos bizantinos (Duecento), con Cimabúe y Cavallini.
Cimabúe. Cristo crucificado. Detalle |
Cimabúe. Cristo crucificado |
-En el Trecento vemos avances en la escuela Sienesa (Duccio, y especialmente Simone Martini, autor de una famosa anunciación enmarca por arcos góticos y con fondo de pan de oro)
Duccio. Resurrección de Lázaro |
Simone Martini. Anunciación |
Simone Martini. El condottiero Guidoriccio da Fogliano |
y sobre todo en la escuela Florentina, con Giotto, que
trabaja a principios del s. XIV, considerado ya precursor de la pintura
del Renacimiento Italiano y de los grandes maestros, pues al igual que
Leonardo o Miguel Ángel también era escultor y arquitecto (el campanille
de la catedral de Florencia es obra suya). Discípulo de Cimabúe, rompe
con la rigidez anterior, dotando a su obra de un fuerte carácter
intelectual influido por el ambiente urbano de la época, que empezaba a
fijarse en el clasicismo grecorromano. Así, estudia e
intenta representar la perspectiva, la tercera dimensión y el paisaje,
creando una sensación de montaje escenográfico; utiliza amplios ropajes
para dar corporeidad y volumen a las figuras, que también consigue
gracias a los matices de luces y colores. Recurre a un amplio repertorio
gestual para representar los variados sentimientos de los personajes.
Conservamos importantes conjuntos de frescos, especialmente en la basílica de Asís relativos
a la vida de San Francisco: los frescos, probablemente realizados
también por ayudantes, son de finales del XIII o principios del XIV. En la Capilla de la Arena, en Padua, encontramos frescos que cubren por entero la única nave de la capilla: la pared occidental, a los pies del templo, está cubierta con un Juicio Fina", el arco de la cancela muestra una Anunciación y
las áreas principales de las paredes tienen tres filas de pinturas que
representan escenas de la vida de la Virgen y sus padres —Santa Ana y San Joaquín— y escenas de la vida de Cristo. Bajo estas escenas pueden verse alegorías, es decir, figuras humanas que personifican las Virtudes y los Vicios, pintadas en monocromía, simulando ser esculturas.
Giotto. frescos de la basílica de Asís |
Giotto. San Francisco de Asís regalando el manto |
-En Flandes, lejos de Italia, encontramos en el s. XV otro foco precursor del renacimiento: el de Primitivos Flamencos.
Su pintura está directamente relacionada con el auge de la burguesía,
pues muchos de los encargos religiosos eran de particulares que muchas
veces y a partir de ahora van a aparecer retratados como donantes (los
que pagan y ofrecen la obra artística). Y también va a ser muy
importante el retrato no religioso. Desde el punto de vista estilístico
destaca la técnica de los paños quebrados para representar las arrugas y pliegues de los vestidos. El uso del óleo va a permitir unas calidades inimaginables hasta entonces:
piedra, terciopelo, brocados… Los primeros artistas que destacan son
los hermanos Jan y Hubert Van Eyck, que pasan por ser los inventores de
la técnica del óleo. Jan Van Eyck viajó por Francia, España y
Portugal comisionado por el Duque de Borgoña, perfeccionando su estilo.
Su intención es representar la realidad tal como la percibe el ojo
humano, aunque de manera intuitiva y sin fundamentos matemáticos (como
sí hacían los italianos), de manera que cometía algunos pequeños
errores: excesivo detallismo, uso de varios puntos de fuga… Sus obras
más conocidas son El Matrimonio Arnolfini, que representa un típico interior burgués y flamenco, con gran profundidad y cargado de símbolos, y el Políptico de Gante (también conocido como La adoración del Cordero Místico por
el tema de su tabla principal) compuesto por 12 tablas interiores y 12
exteriores, que se cierran sobre las primeras. Otras obras suyas son la Virgen del Canciller Rollin y la Anunciación.
Jan Van Eyck. Anunciación |
Jan y Hubert Van Eyck. Políptico de Gante |
Otros pintores seguidores de los Van Eyck son Memling, Gerard David, Hugo Van der Goes, y sobre todo, Roger Van del Weiden y Hieronimus Bosch, más conocido como El Bosco. Del primero se conserva un magnífico descendimiento del Prado:
es una tabla de gran tamaño con un ático, de manera que los personajes
son de tamaño natural y llenos de dramatismo. La composición es
atrevida, aunque carece de paisaje (fondo dorado).
Roger Van Der Weiden. Descendimiento. Detalle |