26. Urbanismo y
arquitectura. Bernini y Borromini. El palacio del poder: Versalles.
La
arquitectura barroca se caracteriza por su plasticidad y movimiento: fachadas
alabeadas, frontones partidos, orden gigante, abundante decoración, preocupación
por la “escenografía” urbana: así lo vemos en la Plaza de España en Roma: una plaza alargada con una enorme
escalinata que asciende hasta la iglesia de la Trinidad; o en el impresionante
conjunto de la Fontana de Trevi, o
en El Vaticano. Conforme nos adentramos en el s. XVII, se acentúan estas
características.
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Fontana de Trevi (Roma) |
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Plaza de España (Roma) |
Los
autores más importantes (aparte de Maderno, que termina la basílica y fachada
de San Pedro) son Bernini y Borromini. Gian Lorenzo Bernini: su obra más
importante es la plaza de San Pedro, un buen ejemplo de
escenografía urbana. El primer tramo de la plaza junto a la fachada (piazza
retta) se cierra ligeramente, por lo que visto desde la fachada produce el
efecto de ser más largo de lo que realmente es, mientras que visto desde el
otro lado de la plaza (la elipse) el espacio parece más ancho y más corto de lo
que realmente es.
Bernini. Columnata de la Plaza de San Pedro (Roma)
El segundo tramo se abre en forma de una enorme elipse, en el
centro de la cual hay un obelisco y en los polos dos fuentes. Esta elipse,
abierta en sus ejes menores, crea la ilusión de un gran espacio circular. La columnata de orden toscano
que lo rodea (cuatro hileras que dejan un pasillo en medio) cierra (sin
aislarla realmente) la plaza, de manera que cuando se atraviesa el espectador
queda asombrado por la repentina magnitud de la plaza. La columnata, realizada
en mármol travertino, está rematada por una balaustrada sobre la que hay
estatuas de santos, uno por columna que da a la plaza. La planta, en forma de
manos que acogen, tiene valor simbólico, aparte de crear un gran espacio apto
para las celebraciones. Posteriormente realiza el pequeño templo de San Andrea del Quirinal, de planta
elíptica, con curvas y contracurvas (el frontón es convexo, con dos muros
cóncavos a los lados), y efectos de luces y colores en el interior.
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Bernini. Planta de San Andrés del Quirinal (Roma) |
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Bernini. San Andrés del Quirinal (Roma) |
Borromini, rival de Bernini realiza
edificios religiosos de tamaño mediano o pequeño, en los que destacan sus
fachadas con curvas entrantes y salientes, dándoles movimiento, gran
plasticidad y valor escultórico. Su obra más destacada es San Carlo alle Quattre
Fontane, una pequeña iglesia de planta elíptica con una bóveda
elíptica sobre pechinas y con artesones trapezoidales, hexagonales,
pentagonales y en forma de cruz, rematada por una linterna ovalada, lo que crea
interesantes efectos lumínicos. En la fachada utiliza dos pisos con orden
gigante y menor, y tres calles con nichos, la central convexa y las laterales
cóncavas. Otras obras suyas son la iglesia de Santa Inés, (en la piazza Navona), el oratorio de San Felipe Neri y la iglesia de San Ivo Alla Sapienza, de planta central con una extraña cúpula
gallonada que combina un pentágono con un cuadrado, y que al exterior se
corresponde con curvas y contracurvas rematadas por una extraña linterna
helicoidal muy decorada.
En
Europa tendrá gran influencia el palacio
de Versalles, mandado construir por Luis XIV. Es una especie de ciudad
cortesana (a la vez residencia real y sede del gobierno, capaz para 20.000
personas) diseñada por Le Vau y Hardouin-Mansart. Tiene forma simétrica de
“U” con dos grandes alas laterales, y con una fachada al exterior y otra a los
extensísimos jardines diseñados por Le Nôtre. En la fachada se combinan
hábilmente entrantes y salientes. Tiene tres niveles: el primero es un
basamento, el segundo es un cuerpo de orden jónico que enmarca grandes ventanas
y por último, un ático rematado por una balaustrada. Se combinan sabiamente
entrantes y salientes. La longitud edificio sobrepasa los 500 metros. En el
interior los distintos salones, suntuosamente adornados (entre los que destaca
la galería de los espejos) nos hablan del poder de los reyes absolutos. Tendrá
mucha influencia en edificios posteriores.
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Le Nôtre. Jardines del palacio de Versalles |
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Hardouin-Mansart y Le Nôtre. Vista aérea del palacio y jardines de Versalles |
27.
Arquitectura barroca en España: de la plaza mayor al palacio borbónico.
El
concepto de escenografía urbana propio del barroco se desarrolla en España
durante la 2ª ½ del XVII mediante la construcción de plazas mayores con un planteamiento de conjunto. Estas plazas
estaban concebidas no sólo como grandes espacios públicos, sino también como
lugar de celebración de corridas de toros, autos de fe y otros espectáculos. La
de Madrid -de Gómez de Mora-
plantea un gran espacio cerrado rectangular que se accede por varias entradas
cubiertas en sus lados mayores y cerca de las esquinas. El primer nivel está
constituido al interior por un pórtico de arcos de medio punto y dinteles sostenidos
por pilares de granito que rodea toda la plaza a modo de soportal, y sobre él
tres pisos (antiguamente cinco) con ventanas y balcones sobre una pared de
color rojizo (antiguamente de ladrillo y madera) que combina con el color claro
de la piedra. En uno de los lados mayores, destacado por un pequeño entrante y
rematado por dos pequeñas torretas cubiertas con chapiteles de pizarra de
estilo escurialense, se ubica la parte noble (casa de la Panadería) que era
usada como palco por los reyes. En el centro de la plaza se encuentra una
estatua ecuestre en bronce del rey Felipe III (de Gianbologna, pero colocada en
el XIX). La de Salamanca –de Alberto Churriguera-
es posterior y más barroca que la de Madrid. El pórtico es de arcos de medio
punto, el color es el amarillo de la piedra de la construcción, y está profusamente
decorada con rocallas, escudos y reposteros, acentuándose el claroscuro por
medio de molduras decoradas que recorren la plaza en sentido horizontal y
vertical. El conjunto está rematado por una balaustrada con pináculos. La zona
noble, resaltada igual que la de Madrid por un pequeño entrante, destaca por su
abundante decoración y por su dos grandes balconadas (el resto de la plaza
tiene 3), rematadas por una balaustrada con una gran espadaña de tres vanos. El
arco central, más ancho, es carpanel.
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Alberto Churriguera. Plaza Mayor de Salamanca |
Otra obra de estilo churrigueresco es la fachada del hospicio de San Fernando,
en Madrid, y la fachada de la
catedral de Santiago de Compostela, de Francisco Casas y Novoa.
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Pedro de Ribera. Fachada del Hospicio
de San Fernando (Madrid) |
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Francisco Casas y Novoa. Fachada de la Catedral
de Santiago de Compostela |
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Narciso Tomé. Transparente de la Catedral de Toledo |
A medio
camino entre la arquitectura y la escultura está el Transparente de la Catedral de Toledo, de
Narciso Tomé.
A
finales del barroco, en pleno s. XVIII, destaca la construcción del Palacio Real de Madrid iniciado por Juvara y terminado por Sachetti,
sobre el viejo alcázar de los Austrias incendiado en 1734. Se trata de un
edificio construido en granito que sigue los planteamientos de Versalles
(aunque es mucho más reducido), pero con planta casi cuadrada, torreones
esquineros y con un patio central, y otro lateral (más grande que el propio
palacio) abierto hacia la vecina catedral de la Almudena. Al oeste, sobre el
Campo del Moro, se extiende una suave pendiente de jardines de estilo
versallesco que llega hasta la orilla del Manzanares. Sus fachadas tienen tres
alturas, la primera un basamento con un ligero almohadillado, y las otras dos
con hileras de ventanas enmarcadas en orden gigante, y rematadas con
balaustradas. Otros palacios de los mismos autores son La Granja de Segovia, concebido como palacio de veraneo, también de
estilo versallesco y con extensos jardines y numerosas fuentes y estanques que
recogen de los arroyos que bajan de la sierra de Guadarrama; y el Palacio Real de Aranjuez, que ya
anuncia el neoclásico por su sobria decoración, aunque mantiene el
planteamiento de escenografía urbana en una ciudad de nueva planta en la que el
palacio es el eje central.
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Juvara y Sachetti. Palacio Real (Madrid) |
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Juvara y Sachetti. Palacio Real (Madrid)
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Palacio real de Aranjuez |
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Palacio real de la Granja de San Ildefonso (Segovia) |
28. La
escultura barroca: Bernini.
La
escultura barroca se caracteriza por su interés en expresar el movimiento, lo
que se consigue con los escorzos y angulosidades y la ampulosidad de los
ropajes. Se intenta captar las pasiones de los personajes, reflejadas en sus
rostros. Se busca el virtuosismo (dificultad) y la teatralidad, usando
diferentes materiales en una misma obra y buscando impresionar al espectador
(integración de la obra con la arquitectura, representación de lo morboso). Se
desarrolla el gusto por el desnudo y se trata todo tipo de temas: mitológicos,
religiosos, históricos, retrato…
Bernini,
como
Leonardo o Miguel Ángel fue un artista total que destacó en todos los campos
del arte, pero igual que éste, se consideraba ante todo escultor. Pero, ¿cómo
superar al gran Miguel Ángel? Para ello se centra en la representación realista
del movimiento, y el instante, acentuando los escorzos y las líneas de fuerza,
e intenta captar las emociones y pasiones de los personajes, reflejadas en sus
rostros, rompiendo con la contención de la “terribilitá” y liberando un intenso
dramatismo por medio de los movimientos faciales de labios, boca o cejas.
Siendo muy joven demuestra su virtuosismo y capacidad realizando una cabra Amaltea con Júpiter niño y un San Lorenzo, con llamas que salen entre
los hierros de la parrilla.
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Bernini. La cabra Amaltea |
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Bernini. San Lorenzo |
Debido a su fama, pronto tuvo que recurrir al
taller para satisfacer la enorme demanda de sus obras. Más tarde (entre 1618 y
1624) elabora 4 esculturas para la galería Borghese entre las que destacan: Eneas y Anquises, Apolo y Dafne (donde riza el rizo de la dificultad al esculpir las finas hojas del
laurel en el que se transforma la ninfa, contrastando las calidades de la
rugosidad del árbol y la suavidad de la piel), el rapto de Proserpina (donde
el mármol de los muslos de ésta parece “ablandarse” bajo la presión de las
manos de Plutón), y el David (que parece el de Miguel Ángel, pero en
el instante de lanzar la piedra con la honda).
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Bernini. Apolo y Dafne |
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Bernini. El rapto de Proserpina (detalle) |
Aunque utiliza la “línea serpentinata”
(movimiento giratorio que se imprime a la escultura mediante la posición de
caderas, hombros y cabeza, típico del manierismo), estas esculturas llenas de
virtuosismo, personalidad y captura del instante, nos muestran ya a un Bernini
genial. Bajo el patronazgo de los papas, desarrolla una importante labor
escultórica en la Basílica de San Pedro, (Longinos,
Santa Bibiana, el baldaquino…),
en la que se nota el interés por conmover al espectador gracias al gran tamaño
de los personajes, movimiento de los ropajes, las cortinas y los gestos
ampulosos. De esta etapa es también el impresionante baldaquino sobre el altar mayor de la basílica, sostenido por 4
columnas salomónicas, y la Cátedra de
San Pedro.
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Bernini. Baldaquino de la
Basílica de San Pedro |
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Bernini. Cátedra de San Pedro |
Su etapa de madurez y mayor personalidad llega hacia mediados de
siglo con el éxtasis de Santa Teresa (donde refleja la
pasión de la santa y el espíritu divino está representado por una flecha de
bronce dorado que sostiene un ángel sonriente), la tumba de Alejandro VII (en la que combina bronce, bronce
dorado y mármol, con un esqueleto enseñándole al papa un reloj de arena) y la fuente de los cuatro ríos, en la plaza
Navona. A partir de 1660 sus figuras se vuelven más alargas y pronunciados
ropajes las envuelven con plasticidad (Daniel,
María Magdalena, ángeles del puente de Sant’Angelo)
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Bernini. Éxtasis de Santa Teresa |
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Bernini. Tumba de Alejandro VII (Basílica de San Pedro) |
29. La
imaginería española.
En
España y durante
el s. XVII y el XVIII se desarrolló otro tipo de escultura diferente a la de
Bernini, aunque también dentro de un espíritu muy barroco: la imaginería. Es escultura de temática exclusivamente religiosa
cuyo origen se encuentra en la escultura religiosa de finales del gótico y en
el compromiso de España con la Contrarreforma. Se trata de figuras o
composiciones con varios personajes dotadas de gran realismo (para ello se
usará cabello natural, tejidos, lágrimas de cristal, ojos de pasta de vidrio…),
policromadas (para conseguir las carnaciones y tonalidades de la piel humana),
y “estofadas” (para dar riqueza y realismo al vestido), con personajes que con
sus gestos dramáticos y miradas buscan mover la piedad de los fieles y conmover
su ánimo, ya fuera en el interior de los templos o durante las procesiones de
Semana Santa. El material básico será la madera, nunca la piedra o arcilla.
Gregorio
Fernández
destaca en la transición entre el XVI y el XVII, y creará escuela en Castilla,
con su Cristo Yacente (1614) que será muy imitado, y
los pasos de Semana Santa de Valladolid, entre los que destaca la Piedad. Sus imágenes, de gran fuerza
expresiva, poseen un realismo a la vez místico y humano. Es capaz de
representar el sufrimiento más descarnado por medio de un patetismo
sobrecogedor. Su influencia será enorme en Castilla y en el norte de España.
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Gregorio Fernández. Cristo Yacente |
Martínez
Montañés nació en Jaén y trabajó en Andalucía, donde tendrá gran
influencia. Su estilo es más clasicista que el de Gregorio Fernández, aunque al
final de su vida tiende a ser más barroco. Por su maestría era llamado “el dios
de la madera”. Sus figuras rebosan serenidad no exenta de cierto patetismo. En
su obra destaca el Cristo de la Clemencia
(inspirado en un modelo de Miguel Ángel, con realismo y muestras de
sufrimiento, pero sin exagerar) y la Inmaculada
Concepción: una joven, de pie, con las manos juntas, en contraposto y sobre
un pedestal de angeles. (ambas en la catedral de Sevilla). Debido a su fama fue
requerido por Felipe IV para hacer el modelo en madera de lo que sería su
estatua ecuestre –realizada por Pietro Tacca-. Otros autores destacados son
Alonso Cano (Inmaculada de la catedral de Granada) fue
discípulo del anterior y también arquitecto y pintor; Pedro de Mena (Magdalena penitente),
discípulo de Cano. Elaboró la sillería del coro de la catedral de Málaga; y
Nicolás de Bussy (Cristo de la Sangre
de la Iglesia del Carmen en Murcia) nacido en Estrasburgo, trabajó en Murcia y
región valenciana.
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Pedro de Mena. Magdalena penitente |
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Martínez Montañés. Cristo de la Clemencia |
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Alonso Cano. Inmaculada |
Ya
en el XVIII destaca de manera absoluta el imaginero Francisco Salzillo,
de padre napolitano –también escultor- establecido en Murcia en 1699. A la muerte de su
padre se encargó con gran éxito de su taller, tanto que deberá abandonar la
carrera religiosa que había decidido emprender. Su escultura impondrá
influencias italianas: virtuosismo, gracilidad y expresión contenida de las
emociones. Elaboró desde 1752 numerosos pasos para la Semana Santa murciana,
que han sido muy imitados posteriormente: La
oración en el huerto, la caída, San Juan, la Dolorosa, la verónica, la Santa
Cena, el prendimiento y la flagelación. También es autor de un belén
de estilo napolitano en el que se basan casi todas las figuras clásicas
actuales.
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Salzillo. San Juan |
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Salzillo. El Prendimiento |
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Salzillo. Oración en el huerto |
30. La pintura barroca:
italiana Caravaggio, flamenca Rubens y holandesa Rembrandt.
En Italia, tras el intento clasicista de Annibale Carracci (frescos de contenido
mitológico el Palacio Farnesio), se impondrá la tendencia realista (ausencia de
idealización, representando temas religiosos y mitológicos como algo cotidiano)
y tenebrista (el claroscuro llevado al extremo: la luz parte de un único punto
que ilumina lo más cercano, dejando el resto en tinieblas) de Caravaggio.
Su técnica es insuperable, como demuestran las calidades de los objetos que adornan
sus pinturas. Tras una primera etapa manierista (Baco, Cupido) se acentúa el tenebrismo, claroscuro y dramatismo de
sus obras, donde es frecuente la línea diagonal en dirección al espectador, que
queda así involucrado en el cuadro; para esto mismo también utiliza el recurso
de presentar personajes de espaldas en primer plano. En sus cuadros, la escena
parece una “fotografía” improvisada de la escena que quiere pintar,
trivializándola y evitando la majestuosidad aunque el tema lo requiera. Así
madura tras pasar unos años de vida disoluta al entrar al servicio del cardenal
Del Monte, que fue su mecenas. Su primera obra de este tipo es la cena de Emaús. Otras obras en las que se
acentúa esta tendencia son la crucifixión
de San Pedro, el entierro de Cristo, la vocación de San Mateo, la conversión de San Pablo,
Judit y Holofernes, y la Muerte de la Virgen, en las que
no ahorra detalles desagradables o morbosos.
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Caravaggio. Conversión de San Pablo |
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Caravaggio. Cupido |