domingo, 1 de marzo de 2015

Renacimiento 2

Evolución de la pintura renacentista italiana. Siglo XV: Masaccio, Fra Angélico, Piero della Francesca y Botticelli

Masaccio (1401-28) Está considerado como el pintor que revolucionó la pintura del Quattrocento, pues fue el primero en aplicar los principios científicos de la perspectiva que aprendió de Brunelleschi, y de dotar a las figuras de una hechura clásica y volumétrica, que nos recuerda las escultura de Donatello, al que también conoció en Florencia. El origen de su estilo lo encontramos en Giotto, aunque las figuras de Masaccio son más clásicas y monumentales, robustas y pesadas, consiguiendo esto sólo con los matices de los colores y las sombras, sin necesidad de delinear los contornos. Tampoco olvida las expresiones de los rostros y los gestos del cuerpo. Además, perfeccionando a Giotto, domina el espacio, la perspectiva y la proporción. Al igual que su antecesor, los personajes aparecen dentro de un paisaje real en el que no faltan los edificios con su correspondiente perspectiva. Pese a morir con tan sólo 27 años, su influencia en los pintores  del Quattrocento y Quinquecento es enorme.






















En su obra destacan especialmente los frescos de la Capilla Brancacci, en Florencia, decorada con escenas de la vida de San Pedro (como El Pago del Tributo, o la resurrección del hijo de Teófilo) y el famoso fresco de Adán y Eva expulsados del Paraíso, donde encontramos los primeros desnudos del Renacimiento, llenos de expresión de dolor. En Santa María Novella encontramos el fresco de la Trinidad, en el que encontramos el primer trampaojo del Renacimiento, con arquitectura clásica fingida cuyo punto de fuga está a la altura de los ojos del espectador. En una composición piramidal, vemos, sobre un sepulcro con un esqueleto, a los donantes, y entre ellos, a Dios Padre sosteniendo a Cristo crucificado entre la Virgen y San Juan. La escena está enmarcada por pilastras corintias, un dintel y un arco de medio punto sobre columnas jónicas, que origina una bóveda de casetones.

Fra Angélico (1400?-45). Monje autodidacta, asimiló las convenciones del gótico, pero como conocía las obras de Masaccio, añade a su pintura perspectiva, naturalismo y elementos arquitectónicos. Decoró con gran devoción el convento de San Marcos en Florencia, donde residía, pintando las celdas de los demás frailes y las paredes del convento. Fue llamado por el papa Nicolás V para decorar algunas estancias del Vaticano. Su obra más conocida es la Anunciación del museo del Prado. El Ángel y la Virgen están enmarcados por un pórtico renacentista que ocupa 2/3 del cuadro, y en un segundo plano vemos la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Los finos dorados, las esbeltas columnas, la finura y estilización de las figuras nos revelan influencias del gótico.


El sepulcro vacío. Convento de S. Marcos (Florencia)

Anunciación

Juicio Final
Anunciación del Museo del Prado

Piero della Francesca (1415?-92). Aunque nació en la Toscana, no trabajó en Florencia, sino que lo hizo para las importantes familias de los Malatesta (en Rímini) y los Montefeltro (en Urbino), por lo que su estilo fue muy personal, aunque se nota la influencia de Masaccio. Además de pintor, destacó como matemático y geómetra, escribiendo varios tratados sobre estas materias. De hecho, sus figuras y composiciones, siendo solemnes y majestuosas, son además geométricas y escultóricas, iluminadas por una luz diáfana (de hecho, como si no hubiera atmósfera), acentuando la perspectiva y la simetría. Su contacto con artistas venecianos en Ferrara y Urbino influyó sobre el tratamiento de sus fondos paisajísticos. Por desgracia, gran parte de su obra se ha perdido o está deteriorada. Sus principales obras conservadas son La flagelación de Cristo (de difícil interpretación, y gran estudio de la perspectiva), los retratos de los Duques de Montefeltro, la Sacra Conversación (o Virgen del huevo) y el ciclo de frescos sobre la Invención de la Santa Cruz.
Retrato de los Duques de Montefeltro
Invención de la Santa Cruz: el sueño de Constatino
Flagelación
Sacra Conversacione (Virgen del huevo)


Sandro Botticelli (1445-1510). Se formó en Florencia, en el taller de Filippo Lippi (de quien heredó un estilo delicado y lineal), a su vez discípulo de Masaccio. Tuvo contactos Verrocchio y con su entonces discípulo Leonardo, y hacia 1470 abrió su propio taller. Es el mejor intérprete del Neoplatonismo: lo que importa es la Idea; o sea, la belleza, más que la representación perfecta de la realidad, se entiende como la representación de la Idea. Se ha considerado, tanto por su estilo como por las formas, como el pintor que marca  el final del Quattrocento y el inicio de Quinquecento. Alcanzó fama con una Adoración de los Magos que llamó la atención de los Médici, que le encargaron algunas de sus obras de más conocidas, como la Primavera y el Nacimiento de Venus. En 1481 viaja a Roma, donde el papa Sixto IV le encargó, junto a otros pintores, la decoración al fresco de las paredes de la Capilla Sixtina, pintando tres escenas. De regreso a Florencia, es influido por la predicación de Savonarola (que critica el lujo y el refinamiento renacentista, reclamando el retorno a la austeridad medieval) de manera que su pintura se hace más religiosa y mística (Piedad). La muerte de  de Savonarola en la hoguera (1497), las acusaciones de sodomía y la muerte de su hermano le llevan a una crisis existencial, y casi dejará de pintar  (Natividad Mística)
Adoración de los Magos
La Primavera
El nacimiento de Venus
Historia de Moisés. Capilla Sixtina
La Calumnia


Piedad


Natividad Mística
Su pintura se destaca por el ritmo sutil y sensual de las líneas de los cuerpos y las vestimentas en movimiento, exentos de cualquier rigidez. Sus obras están llenas de sentimiento y emoción. En sus cuadros, muy dibujísticos y delineados, el color se suaviza volviéndose insensible a los efectos de la luz. En la Primavera, Venus se sitúa en el jardín, donde siempre es primavera. A su derecha danzan las Tres Gracias y Mercurio espanta las nubes. Sobre Venus, Cupido lanza una flecha, y a su izquierda, el Céfiro persigue a Cloris, que gracias a Venus, se transforma en Flora. Probablemente ilustra un episodio de las Metamorfosis de Ovidio, aunque otros autores indican que sería una alegoría sobre los amores de Juliano de Médici y Simonetta Vespucci  narradas por Poliziano en sus Stanze. Igualmente, el Nacimiento de Venus representa un episodio mitológico a partir de las Metamorfosis. Otra interpretación es el nacimiento del alma cristiana de las aguas del bautismo, pues el pintor no exalta la belleza física, sino espiritual: la desnudez de la diosa es imagen de la pureza; la naturaleza se muestra a través de sus elementos: aire, agua, tierra. Desde el punto de vista neoplatónico de Ficino, Venus sería la representación de la “Humanitas” que nace de la naturaleza, imagen de la unión entre espíritu y materia.

Leonardo da Vinci (1452-1519). Pintor florentino, comienza su aprendizaje en el taller de Verrocchio, donde pintó unos ángeles en un Bautismo de Cristo que despertaron la admiración del maestro. Leonardo era un genio sediento de conocimientos que abarcó todos los aspectos del conocimiento humano. Su trabajo como pintor nunca lo consideró primordial, pues se consideraba más ingeniero que otra cosa. De hecho, su producción como pintor fue escasa (unas 15 obras), y en muchos casos, experimental.



Para él la pintura es una actividad intelectual destinada al conocimiento de la realidad, especialmente del ser humano. Sus investigaciones acerca de la luz le llevaron a perfeccionar la técnica del sfumato, basada en la difuminación de los colores y las formas, envolviéndolos en una especie de neblina. Su conocimiento de la luz, la sombra y los reflejos daba a sus cuadros una sensación aterciopelada que funde figura y ambiente. 


Igualmente, su conocimiento de la anatomía humana le permite realizar toda clase de escorzos y representar su movimiento con asombrosa naturalidad. Entre sus obras más destacadas están La Virgen de las Rocas, en la que aparecen la Virgen, el Bautista, Jesús y el ángel Uriel. La composición es piramidal, aunque asimétrica, situada en un paisaje rocoso y fantástico en el que es evidente la técnica del sfumato. La Gioconda o Mona Lisa, su obra más conocida, es un cuadro de pequeño formato del que el pintor jamás se desprendió y que retoco a lo largo de los años. Destaca el paisaje, la exquisita calidad del rostro, las manos, y sobre todo, la mirada y la enigmática sonrisa. 

La ÚItima Cena es una prodigiosa composición en la que los apóstoles, en diferentes actitudes tras conocer la traición a Jesús, aparecen agrupados de tres en tres. La escena se desarrolla en una estancia cuya perspectiva converge en el rostro de Jesús.
Rafael Sancio (1483-1520). Nacido en Urbino, comenzó su aprendizaje junto al Perugino. Después marchó a Florencia, donde conoció a Miguel Ángel y a Leonardo, realizando sus primeras pinturas famosas (Madonna del Gran Duque, Desposorios de la Virgen) en las que alcanzó, muy joven, gran perfección.




















El papa Julio II lo llama para pintar las estancias vaticanas, haciendo obras tan magníficas como la Escuela de Atenas, el incendio del Borgo o la Disputa del Santísimo Sacramento. El trabajo era ingente, por lo que contó con la ayuda de un taller. También recibió el encargo de sustituir a Bramante, tras su muerte, como jefe de las obras de la nueva basílica de San Pedro. Sus pinturas se caracterizan por una exquisita perfección, de manera que ha sido considerado el primer pintor en el que coinciden por fin todos los hallazgos técnicos referidos a la representación de la realidad. Sus composiciones son tranquilas, serenas y armoniosas, y su gama cromática muy rica. La Madonna del Gran Duque refleja influencias de Leonardo, por el exquisito sfumato y la suavidad del modelado. Se trata de una composición piramidal de fondo oscuro. En la Escuela de Atenas encontramos a Aristóteles y Platón en medio de los más grandes filósofos grecorromanos, situados en una magnífica arquitectura de corte clásico representada con una magistral perspectiva.




Miguel Ángel (1475-1564). Al igual que Leonardo está considerado un genio del Renacimiento. Su faceta como pintor es muy destacada, aunque algunos estudiosos lo encuadran más cercano al Manierismo que al Renacimiento Pleno. En todo caso, sus inicios entroncan claramente con el Quinquecento. Sus figuras, quizá por la formación de Miguel Ángel como escultor, son muy escultóricas, volumétricas, con peso, musculosas, de canon hercúleo. No obstante, el dibujo, los matices, la composición y el color son exquisitos, Asimismo, también encontramos en su pintura la misma terribilitá que vemos en su escultura. Su primera pintura destacada es el Tondo Doni (una Sagrada Familia en la que se refleja la unión del mundo pagano y cristiano), pero sobre todo destacan los frescos que por indicación de Julio II pintó en la bóveda de la capilla Sixtina (visita virtual: http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html, en donde concibió un magno proyecto en el que combinaba escenas del Antiguo Testamento, sibilas, profetas y arquitectura figurada. 25 años después, Pablo III le encarga pintar el Juicio Final, tras el altar. Decenas de personajes se arremolinan alrededor de Cristo y la Virgen en el cielo. En el nivel superior vemos ángeles sosteniendo instrumentos de la Pasión; junto a la Virgen y Cristo están los santos. Abajo a su izquierda se encuentra el infierno y los condenados que descienden a él, junto a los demonios; abajo a la derecha de Jesús, los que se salvan, que ascienden al cielo; y a sus pies, los ángeles tocando las trompetas.



Escuela Veneciana. En Venecia se desarrolló un estilo muy particular. Al contrario que habíamos visto en los artistas florentinos, no importa el dibujo y los contornos, sino el color. En esto tuvo que ver la rápida asimilación de la pintura al óleo, que enseguida propició una pincelada más suelta (anunciando así lo que será normal en el Barroco). El paisaje va a ser muy importante, pues es el que, en principio, permite “soltar” la pincelada, más que las figuras. Los iniciadores de esta escuela en el Quattrocento fueron Bellini y su cuñado, Mantegna,
Bellini. Transfiguración
Mantegna. Dormición de la Virgen
Mantegna. Cristo muerto

 y los principales seguidores fueron sus discípulos, ya en el Quinquecento, Giorgione, y especialmente, 
Giorgione: Venus dormida
Giorgione: La tempestad
Tiziano (1489-1576). Vivió muchos años y fue un pintor de éxito entre papas y reyes. Las obras que le dieron fama fueron de tema mitológico: la Bacanal, Venus de Urbino, y posteriormente Dánae. También realizó retratos (entre ellos, el de Carlos V en la Batalla de Muhlberg, o el del Hombre del Guante, además de numerosos autorretratos) y cuadros religiosos. En su pintura de madurez, los contornos, modelados por el color, desaparecen. El colorido puede ser suave, a veces rico, muy matizado, confundiéndose con la atmósfera creada. Su pincelada se va haciendo más suelta con la edad. Por todo ello se le considera antecesor de Rubens, Rembrandt y Velázquez. 























España:
Introducción: En el XV la arquitectura española comienza siendo gótico-mudéjar, pasa a decorarse con motivos renacentistas (plateresco, hasta 1530, difícil de deslindar del gótico), y más tarde se hace plenamente renacentista (clasicismo o purismo, 1530-1563). Como vemos, el clasicismo pleno llega con 50 años de retraso respecto a Italia. Por último, el clasicismo español evoluciona hasta alcanzar una majestuosa sobriedad (estilo herreriano o escurialense)

El plateresco: Es un estilo más ornamental que arquitectónico, que vemos en edificios religiosos y civiles, poco uniforme y con diferentes escuelas. El erudito Ortiz de Zúñiga (s. XVII) lo llamó así porque se asemeja al trabajo realizado por los plateros, con su decoración recargada y menuda. También es conocido como “estilo Reyes Católicos”. En él encontramos pervivencia de elementos góticos junto a motivos decorativos la mayoría venidos de Italia: guirnaldas, grutescos, medallones, columnas abalaustradas, escudos nobiliarios… y elementos mudéjares (yeserías, zapatas, artesonados de madera). La decoración suele cubrir fachadas, formando conjuntos simétricos con calles y pisos que recuerdan a los retablos góticos (fachadas-retablo), y patios interiores. Algunos ejemplos son: el palacio de Cogolludo de Lorenzo Vázquez: en él, el almohadillado renacentista se combina con ventanas góticas; la Casa de las Conchas, de Diego de Siloé, también combina ambos estilos. 




Pero la obra más característica es la fachada de la Universidad de Salamanca (hacia 1525) de Enrique Egas, el mejor ejemplo de fachada-retablo. Es como un gran tapiz cubierto de decoración plateresca cubriendo una arquitectura gótica. Se dispone en 5 calles y 3 pisos entre dos grandes machones, y debajo está la entrada, consistente en una doble puerta de arcos carpaneles. El relieve de la decoración va aumentando de abajo hacia arriba, convirtiéndose en una eclosión decorativa en el piso superior, compuesta por candelieri, guirnaldas, escudos, medallones, grutescos, bustos y estatuas de héroes. Se remata por medio de crestería y columnas abalaustradas. Otras obras suyas son el Hospital de la Santa Cruz (Toledo), realizado en colaboración con Alonso de Covarrubias y la Capilla Real de Granada.
Capilla Real. Granada







Fachada de la Universidad de Salamanca


















































El Purismo o Clasicismo: Está relacionado con la llegada de Carlos I. Muchos artistas aprovecharon el cambio político para realizar un cambio artístico –aunque con retraso- adoptando el estilo puramente renacentista que llegaba desde Italia, alejándose definitivamente de las formas arquitectónicas del gótico. Uno de los artistas de esta etapa es Pedro Machuca, formado como pintor y arquitecto en el ambiente italiano del más estricto clasicismo –Rafael, Alberti, Bramante-. Regresa a España en 1520 y en 1528 recibe el encargo de lo que será una de las obras más originales de este momento en España: el Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada. Este edificio de dos plantas introduce los modelos italianos, no ya como elementos decorativos, sino en la utilización de un lenguaje coherente y unitario que comprende todo el edificio y que recuerda a Bramante. En el cuerpo inferior de la fachada utiliza un poderoso almohadillado y el diseño de la planta corresponde a un trazado geométrico de gran pureza (planta cuadrada en la que se inscribe un patio circular, las figuras preferidas por los arquitectos del renacimiento italiano), que supone una ruptura y superación de los modelos italianos de patios cuadrados o rectangulares. Las columnas de la planta baja del patio tienen capiteles toscanos y las del piso superior jónicos, como había establecido Alberti en el palacio Ruccelai. La construcción del palacio y su correspondiente capilla entre la alcazaba y los palacios musulmanes tiene una clara intencionalidad política.


Otro artista que evolucionó hacia el purismo es Alonso de Covarrubias, que abandonó el decorativismo plateresco para realizar, por ejemplo, el hospital de Tavera (Toledo) y el alcázar de la misma ciudad.




El Herreriano: El Escorial: El reinado de Felipe II significa una época de fuerte actividad cultural, pues el rey es un hombre con una fuerte formación humanista. En este ambiente el monarca inicia las obras del Escorial. La primera planificación de esta obra es realizada en 1562 por Juan Bautista de Toledo, y desde 1567 la continuó Juan de Herrera. Al igual que Machuca, también se formó en Italia, aunque es de una generación posterior, empapándose del espíritu de Vitrubio, Palladio y Vignola. Su estilo se caracteriza por sus austeros paramentos, apenas sin decoración. También tiene en cuenta la proporción matemática, y el empleo del orden gigante. Intervino en el Alcazar de Toledo y en la catedral de Valladolid. También vemos su influencia en el Palacio de Santa Cruz (Madrid), y en el llamado estilo neoherreriano: El valle de los Caídos y el Seminario de Ciudad Real. El edificio integra en una rígida y tensa unidad varios edificios con funciones diversas: monasterio, palacio, templo y Panteón Real. La planta tiene forma de parrilla, en recuerdo del martirio de San Lorenzo, cuyo nombre adopta por haber coincidido con la gran victoria española sobre los franceses en San la batalla de San Quintín. La iglesia, con planta central y una gran cúpula y dos torres en su fachada, es el eje de todo el conjunto. Su presbiterio está elevado, pues bajo él se encuentra el Panteón Real, y a su lado vemos los monumentos funerarios de Carlos I y Felipe II. El palacio, muy austero, se sitúa tras el presbiterio, de manera que el rey podía asistir a misa desde su habitación. En el exterior, las distintas fachadas (salvo la principal) se alzan como un muro en que las ventanas y las escasas puertas, sin apenas decoración, marcan el ritmo. En la fachada principal, el arquitecto se permite poner 8 pilastras de orden toscano y gigante que sostienen un entablamento dórico el sostiene un pórtico con 4 pilastras jónicas más pequeñas que a su vez sostienen un frontón triangular. Hay una torre en cada esquina, sin sobresalir excesivamente. El material empleado es granito, muy abundante en el lugar, y las torres están cubiertas con chapiteles de pizarra, y tejados, también de pizarra con mansardas.  



La influencia italiana se deja sentir sobre la imaginería religiosa ya iniciada en el gótico, en la que será muy importante el trabajo de la madera, ya sea policromada (figuras, retablos) o no (sillerías de coros). La piedra y el bronce se emplearán sobre todo en monumentos funerarios de personajes importantes. Existe una primera etapa de formación, en la que destaca la elaboración de figuras y retablos utilizando técnicas como el dorado, el estofado o el encarnado. En ella, los artistas más importantes son  Juan de Juni, de origen francés, que trabaja en Valladolid. Su estilo acusa la influencia de Miguel Ángel, con figuras que muestran gran pasión (Santo Entierro, Virgen de los Cuchillos);

Juan de Juni. Santo Entierro
Alonso Berruguete (hijo del pintor Pedro Berruguete), formado en Italia donde conoció a Bramante, Miguel Ángel y Jacopo della Quercia, y autor de las figuras del retablo del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, entre las que destacan el San Sebastián, San Cristóbal y el Sacrificio de Isaac, que expresan gran dramatismo y emoción; y Gaspar Becerra, también formado en Italia, autor del retablo de la Catedral de Astorga. Este autor, aunque por la época en la que trabajo pertenece a la primera mitad del s. XVI, por su estilo italianizante y manierista, también se encuadra en la siguiente etapa.
Alonso Berruguete. San Sebastián
Alonso Berruguete. Sacrificio de Isaac














Felipe Vigarny, también francés, autor de retablos con cierto gusto gótico, pero con fondos arquitectónicos renacentistas (retablo de la catedral de Toledo, de la capilla del Condestable en Burgos –junto a Diego de Siloé-); y Damián Forment, que trabaja en el reino de Aragón (retablo del Monasterio de Poblet).
Felipe Vigarny. Retablo de la Catedral de Toledo
Felipe Vigarny y Diego de Siloé. Capilla del Condestable. Catedral de Burgos

La segunda etapa abarca el último tercio del XVI, con influencia del manierismo clasicista impulsado por la Contrarreforma, siendo los reyes importantes mecenas. Destaca el milanés León Leoni, que realiza para el Emperador un retrato en bronce: Carlos V y el Furor; el estudio anatómico, la composición y el detallismo nos remite a los modelos italianos (Verrochio, Cellini). Su hijo Pompeyo realiza (1590) para la capilla del escorial las estatuas funerarias orantes de Carlos V y Felipe II con sus familias, en bronce dorado y esmaltes;
León Leoni. Carlos V dominando al Furor
Añadir leyenda

En cuanto a la PINTURA, se caracteriza por la casi exclusiva temática religiosa. En una primera etapa se deja sentir fuertemente la influencia flamenca originada por la boda de Juana La Loca con el flamenco Felipe el Hermoso, dando lugar al llamado estilo hispanoflamenco. En el 2º tercio del XVI empiezan a llegar los modos y elementos italianos, y en el último se deja sentir la influencia del manierismo de Miguel Ángel y la escuela veneciana. Por su parte, el estilo hispanoflamenco lo vemos en Pedro Berruguete, que conoció a Van Eyck y viajó por Italia. En su Decapitación de San Juan Bautista se observan influencias italianas y flamencas.
Pedro Berruguete. Decapitación de Juan el Bautista

En cuanto a las influencias italianas destaca el curioso descubrimiento (año 2004) de la obra de los italianos Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano, que trabajaron en Valencia en la segunda mitad del XV tras formarse con Mantegna bajo el mecenazgo del futuro papa Borgia. Realizaron los frescos del altar mayor de la catedral de Valencia. En ellos, ángeles cantores y músicos se disponen bajo un cielo estrellado. Su estilo recuerda a Lippi y a Botticelli. Por otro lado, la influencia de la pintura italiana del Quinquecento la vemos en Juan de Juanes, que trabajó con su padre Vicente, y probablemente viajó a Italia, lo que explicaría las influencias de Rafael y Leonardo en El bautismo de Cristo y sobre todo en la Última Cena .

San Leocadio y Pagano. Frescos del altar mayor de la catedral de Valencia
Juan de Juanes. Última Cena

La tercera etapa está protagonizada por Domenico Theotocopuli, conocido como El Greco. Muy personal, aunque se puede encuadrar dentro del manierismo. Su obras son retratos (el caballero de la mano en el pecho), obras religiosas, y excepcionalmente, mitológicas (Laocoonte) Originario de la isla de Creta, creció influido por la pintura y mosaicos bizantinos. En 1560 se traslada a Venecia, donde queda impresionado por el colorido de la obra de Tiziano y Tintoretto. En Roma adquiere la monumentalidad de las figuras de Miguel Ángel, y por último llega a España para trabajar en el Escorial en 1578. Se instala en Toledo e inicia una etapa de paleta cálida, con colores carmesí, amarillo y morado (el Expolio). Enseguida destaca por su espiritualidad y colorido, herencia del arte bizantino, lo que le lleva a alargar exageradamente las figuras (lo cual se había atribuido erróneamente a un defecto visual del pintor). Más tarde, su paleta se vuelve fría, con azules, grises, verdes y plateados, y las figuras llegan a parecer etéreas e incluso fantasmales, y el paisaje irreal y onírico. A esta etapa pertenece el entierro del conde de Orgaz, o el martirio de san Mauricio.
               
El Greco. Expulsión de los mercaderes del templo (con influencia de Tintoretto)
El Greco. El entierro del Conde de Orgaz
El Greco. El Expolio
El Greco. El caballero de la mano en el pecho

No hay comentarios:

Publicar un comentario