Evolución de la pintura renacentista italiana. Siglo XV: Masaccio, Fra Angélico, Piero della Francesca y Botticelli
Masaccio (1401-28)
Está considerado como el pintor que revolucionó la pintura del
Quattrocento, pues fue el primero en aplicar los principios científicos
de la perspectiva que aprendió de Brunelleschi, y de dotar a las figuras
de una hechura clásica y volumétrica, que nos recuerda las escultura de
Donatello, al que también conoció en Florencia. El origen de su estilo
lo encontramos en Giotto, aunque las figuras de Masaccio son más
clásicas y monumentales, robustas y pesadas, consiguiendo esto sólo con
los matices de los colores y las sombras, sin necesidad de delinear los
contornos. Tampoco olvida las expresiones de los rostros y los gestos
del cuerpo. Además, perfeccionando a Giotto, domina el espacio, la
perspectiva y la proporción. Al igual que su antecesor, los personajes
aparecen dentro de un paisaje real en el que no faltan los edificios con
su correspondiente perspectiva. Pese a morir con tan sólo 27 años, su
influencia en los pintores del Quattrocento y Quinquecento es enorme.


En su obra destacan especialmente los frescos de la Capilla Brancacci,
en Florencia, decorada con escenas de la vida de San Pedro (como El
Pago del Tributo, o la resurrección del hijo de Teófilo) y el famoso
fresco de Adán y Eva expulsados del Paraíso, donde encontramos los primeros desnudos del Renacimiento, llenos de expresión de dolor. En Santa María Novella encontramos el fresco de la Trinidad,
en el que encontramos el primer trampaojo del Renacimiento, con
arquitectura clásica fingida cuyo punto de fuga está a la altura de los
ojos del espectador. En una composición piramidal, vemos, sobre un
sepulcro con un esqueleto, a los donantes, y entre ellos, a Dios Padre
sosteniendo a Cristo crucificado entre la Virgen y San Juan. La escena
está enmarcada por pilastras corintias, un dintel y un arco de medio
punto sobre columnas jónicas, que origina una bóveda de casetones.
Piero della Francesca (1415?-92).
Aunque nació en la Toscana, no trabajó en Florencia, sino que lo hizo
para las importantes familias de los Malatesta (en Rímini) y los
Montefeltro (en Urbino), por lo que su estilo fue muy personal, aunque
se nota la influencia de Masaccio. Además de pintor, destacó como
matemático y geómetra, escribiendo varios tratados sobre estas materias.
De hecho, sus figuras y composiciones, siendo solemnes y majestuosas,
son además geométricas y escultóricas, iluminadas por una luz diáfana
(de hecho, como si no hubiera atmósfera), acentuando la perspectiva y la
simetría. Su contacto con artistas venecianos en Ferrara y Urbino
influyó sobre el tratamiento de sus fondos paisajísticos. Por desgracia,
gran parte de su obra se ha perdido o está deteriorada. Sus principales
obras conservadas son La flagelación de Cristo (de difícil interpretación, y gran estudio de la perspectiva), los retratos de los Duques de Montefeltro, la Sacra Conversación (o Virgen del huevo) y el ciclo de frescos sobre la Invención de la Santa Cruz.
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Retrato de los Duques de Montefeltro |
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Invención de la Santa Cruz: el sueño de Constatino |
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Flagelación |
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Sacra Conversacione (Virgen del huevo) |
Sandro Botticelli (1445-1510).
Se formó en Florencia, en el taller de Filippo Lippi (de quien heredó
un estilo delicado y lineal), a su vez discípulo de Masaccio. Tuvo
contactos Verrocchio y con su entonces discípulo Leonardo, y hacia 1470
abrió su propio taller. Es el mejor intérprete del Neoplatonismo: lo que
importa es la Idea; o sea, la belleza, más que la representación
perfecta de la realidad, se entiende como la representación de la Idea.
Se ha considerado, tanto por su estilo como por las formas, como el
pintor que marca el final del Quattrocento y el inicio de Quinquecento.
Alcanzó fama con una Adoración de los Magos que llamó la atención de los Médici, que le encargaron algunas de sus obras de más conocidas, como la Primavera y el Nacimiento de Venus.
En 1481 viaja a Roma, donde el papa Sixto IV le encargó, junto a otros
pintores, la decoración al fresco de las paredes de la Capilla Sixtina,
pintando tres escenas. De regreso a Florencia, es influido por la
predicación de Savonarola (que critica el lujo y el refinamiento
renacentista, reclamando el retorno a la austeridad medieval) de manera
que su pintura se hace más religiosa y mística (Piedad). La
muerte de de Savonarola en la hoguera (1497), las acusaciones de
sodomía y la muerte de su hermano le llevan a una crisis existencial, y
casi dejará de pintar (Natividad Mística)
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Adoración de los Magos |
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La Primavera |
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El nacimiento de Venus |
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Historia de Moisés. Capilla Sixtina |
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La Calumnia |
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Piedad |
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Natividad Mística |
Su pintura se destaca por el ritmo
sutil y sensual de las líneas de los cuerpos y las vestimentas en
movimiento, exentos de cualquier rigidez. Sus obras están llenas de
sentimiento y emoción. En sus cuadros, muy dibujísticos y delineados, el
color se suaviza volviéndose insensible a los efectos de la luz. En la Primavera, Venus se sitúa en el jardín, donde siempre es primavera. A su derecha danzan las Tres Gracias y Mercurio
espanta las nubes. Sobre Venus, Cupido lanza una flecha, y a su
izquierda, el Céfiro persigue a Cloris, que gracias a Venus, se
transforma en Flora. Probablemente ilustra un episodio de las
Metamorfosis de Ovidio, aunque otros autores indican que sería una
alegoría sobre los amores de Juliano de Médici y Simonetta Vespucci
narradas por Poliziano en sus Stanze. Igualmente, el Nacimiento de Venus
representa un episodio mitológico a partir de las Metamorfosis. Otra
interpretación es el nacimiento del alma cristiana de las aguas del
bautismo, pues el pintor no exalta la belleza física, sino espiritual:
la desnudez de la diosa es imagen de la pureza; la naturaleza se muestra
a través de sus elementos: aire, agua, tierra. Desde el punto de vista
neoplatónico de Ficino, Venus sería la representación de la “Humanitas”
que nace de la naturaleza, imagen de la unión entre espíritu y materia.
Leonardo da Vinci (1452-1519).
Pintor florentino, comienza su aprendizaje en el taller de Verrocchio,
donde pintó unos ángeles en un Bautismo de Cristo que despertaron la
admiración del maestro. Leonardo era un genio sediento de conocimientos
que abarcó todos los aspectos del conocimiento humano. Su trabajo como
pintor nunca lo consideró primordial, pues se consideraba más ingeniero
que otra cosa. De hecho, su producción como pintor fue escasa (unas 15
obras), y en muchos casos, experimental.
Para él la pintura es una actividad
intelectual destinada al conocimiento de la realidad, especialmente del
ser humano. Sus investigaciones acerca de la luz le llevaron a
perfeccionar la técnica del sfumato, basada en la difuminación de
los colores y las formas, envolviéndolos en una especie de neblina. Su
conocimiento de la luz, la sombra y los reflejos daba a sus cuadros una
sensación aterciopelada que funde figura y ambiente.
Igualmente, su conocimiento de la
anatomía humana le permite realizar toda clase de escorzos y representar
su movimiento con asombrosa naturalidad. Entre sus obras más destacadas
están La Virgen de las Rocas,
en la que aparecen la Virgen, el Bautista, Jesús y el ángel Uriel. La
composición es piramidal, aunque asimétrica, situada en un paisaje
rocoso y fantástico en el que es evidente la técnica del sfumato. La Gioconda o Mona Lisa,
su obra más conocida, es un cuadro de pequeño formato del que el pintor
jamás se desprendió y que retoco a lo largo de los años. Destaca el
paisaje, la exquisita calidad del rostro, las manos, y sobre todo, la
mirada y la enigmática sonrisa.
La ÚItima Cena es una
prodigiosa composición en la que los apóstoles, en diferentes actitudes
tras conocer la traición a Jesús, aparecen agrupados de tres en tres. La
escena se desarrolla en una estancia cuya perspectiva converge en el
rostro de Jesús.
Rafael Sancio (1483-1520).
Nacido en Urbino, comenzó su aprendizaje junto al Perugino. Después
marchó a Florencia, donde conoció a Miguel Ángel y a Leonardo,
realizando sus primeras pinturas famosas (Madonna del Gran Duque, Desposorios de la Virgen) en las que alcanzó, muy joven, gran perfección.

El papa Julio II lo llama para pintar las estancias vaticanas, haciendo obras tan magníficas como la Escuela de Atenas, el incendio del Borgo o la Disputa del Santísimo Sacramento.
El trabajo era ingente, por lo que contó con la ayuda de un taller.
También recibió el encargo de sustituir a Bramante, tras su muerte, como
jefe de las obras de la nueva basílica de San Pedro. Sus pinturas se
caracterizan por una exquisita perfección, de manera que ha sido
considerado el primer pintor en el que coinciden por fin todos los
hallazgos técnicos referidos a la representación de la realidad. Sus
composiciones son tranquilas, serenas y armoniosas, y su gama cromática
muy rica. La Madonna del Gran Duque refleja influencias de Leonardo, por el exquisito sfumato y la suavidad del modelado. Se trata de una composición piramidal de fondo oscuro. En la Escuela de Atenas
encontramos a Aristóteles y Platón en medio de los más grandes
filósofos grecorromanos, situados en una magnífica arquitectura de corte
clásico representada con una magistral perspectiva.

Miguel Ángel (1475-1564).
Al igual que Leonardo está considerado un genio del Renacimiento. Su
faceta como pintor es muy destacada, aunque algunos estudiosos lo
encuadran más cercano al Manierismo que al Renacimiento Pleno. En todo
caso, sus inicios entroncan claramente con el Quinquecento. Sus figuras,
quizá por la formación de Miguel Ángel como escultor, son muy
escultóricas, volumétricas, con peso, musculosas, de canon hercúleo. No
obstante, el dibujo, los matices, la composición y el color son
exquisitos, Asimismo, también encontramos en su pintura la misma terribilitá que vemos en su escultura. Su primera pintura destacada es el Tondo Doni
(una Sagrada Familia en la que se refleja la unión del mundo pagano y
cristiano), pero sobre todo destacan los frescos que por indicación de
Julio II pintó en la bóveda de la capilla Sixtina (visita virtual: http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html)
,
en donde concibió un magno proyecto en el que combinaba escenas del
Antiguo Testamento, sibilas, profetas y arquitectura figurada. 25 años
después, Pablo III le encarga pintar el Juicio Final,
tras el altar. Decenas de personajes se arremolinan alrededor de Cristo
y la Virgen en el cielo. En el nivel superior vemos ángeles sosteniendo
instrumentos de la Pasión; junto a la Virgen y Cristo están los santos.
Abajo a su izquierda se encuentra el infierno y los condenados que
descienden a él, junto a los demonios; abajo a la derecha de Jesús, los
que se salvan, que ascienden al cielo; y a sus pies, los ángeles tocando
las trompetas.


Escuela Veneciana. En
Venecia se desarrolló un estilo muy particular. Al contrario que
habíamos visto en los artistas florentinos, no importa el dibujo y los
contornos, sino el color. En esto tuvo que ver la rápida
asimilación de la pintura al óleo, que enseguida propició una pincelada
más suelta (anunciando así lo que será normal en el Barroco). El paisaje
va a ser muy importante, pues es el que, en principio, permite “soltar”
la pincelada, más que las figuras. Los iniciadores de esta escuela en
el Quattrocento fueron Bellini y su cuñado, Mantegna,
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Bellini. Transfiguración |
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Mantegna. Dormición de la Virgen |
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Mantegna. Cristo muerto |
y los principales seguidores fueron sus discípulos, ya en el Quinquecento, Giorgione, y especialmente,
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Giorgione: Venus dormida |
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Giorgione: La tempestad |
Tiziano (1489-1576). Vivió muchos años y fue un pintor de éxito entre papas y reyes. Las obras que le dieron fama fueron de tema mitológico: la Bacanal, Venus de Urbino, y posteriormente Dánae. También realizó retratos (entre ellos, el de Carlos V en la Batalla de Muhlberg, o el del Hombre del Guante,
además de numerosos autorretratos) y cuadros religiosos. En su pintura
de madurez, los contornos, modelados por el color, desaparecen. El
colorido puede ser suave, a veces rico, muy matizado, confundiéndose con
la atmósfera creada. Su pincelada se va haciendo más suelta con la
edad. Por todo ello se le considera antecesor de Rubens, Rembrandt y
Velázquez.
España:
Introducción: En el XV
la arquitectura española comienza siendo gótico-mudéjar, pasa a
decorarse con motivos renacentistas (plateresco, hasta 1530, difícil de
deslindar del gótico), y más tarde se hace plenamente renacentista
(clasicismo o purismo, 1530-1563). Como vemos, el clasicismo pleno llega
con 50 años de retraso respecto a Italia. Por último, el clasicismo
español evoluciona hasta alcanzar una majestuosa sobriedad (estilo
herreriano o escurialense)
El plateresco: Es un
estilo más ornamental que arquitectónico, que vemos en edificios
religiosos y civiles, poco uniforme y con diferentes escuelas. El
erudito Ortiz de Zúñiga (s. XVII) lo llamó así porque se asemeja al
trabajo realizado por los plateros, con su decoración recargada y
menuda. También es conocido como “estilo Reyes Católicos”. En él
encontramos pervivencia de elementos góticos junto a motivos decorativos
la mayoría venidos de Italia: guirnaldas, grutescos, medallones,
columnas abalaustradas, escudos nobiliarios… y elementos mudéjares
(yeserías, zapatas, artesonados de madera). La decoración suele cubrir
fachadas, formando conjuntos simétricos con calles y pisos que recuerdan
a los retablos góticos (fachadas-retablo), y patios interiores. Algunos
ejemplos son: el palacio de Cogolludo de Lorenzo Vázquez: en él, el almohadillado renacentista se combina con ventanas góticas; la Casa de las Conchas, de Diego de Siloé, también combina ambos estilos.

Pero la obra más característica es la fachada de la Universidad de Salamanca (hacia 1525) de Enrique Egas,
el mejor ejemplo de fachada-retablo. Es como un gran tapiz cubierto de
decoración plateresca cubriendo una arquitectura gótica. Se dispone en 5
calles y 3 pisos entre dos grandes machones, y debajo está la entrada,
consistente en una doble puerta de arcos carpaneles. El relieve de la
decoración va aumentando de abajo hacia arriba, convirtiéndose en una
eclosión decorativa en el piso superior, compuesta por candelieri,
guirnaldas, escudos, medallones, grutescos, bustos y estatuas de héroes.
Se remata por medio de crestería y columnas abalaustradas. Otras obras
suyas son el Hospital de la Santa Cruz (Toledo), realizado en colaboración con Alonso de Covarrubias y la Capilla Real de Granada.
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Capilla Real. Granada |
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Fachada de la Universidad de Salamanca |
El Purismo o Clasicismo:
Está relacionado con la llegada de Carlos I. Muchos artistas
aprovecharon el cambio político para realizar un cambio artístico
–aunque con retraso- adoptando el estilo puramente renacentista que
llegaba desde Italia, alejándose definitivamente de las formas
arquitectónicas del gótico. Uno de los artistas de esta etapa es Pedro Machuca,
formado como pintor y arquitecto en el ambiente italiano del más
estricto clasicismo –Rafael, Alberti, Bramante-. Regresa a España en
1520 y en 1528 recibe el encargo de lo que será una de las obras más
originales de este momento en España: el Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada.
Este edificio de dos plantas introduce los modelos italianos, no ya
como elementos decorativos, sino en la utilización de un lenguaje
coherente y unitario que comprende todo el edificio y que recuerda a
Bramante. En el cuerpo inferior de la fachada utiliza un poderoso
almohadillado y el diseño de la planta corresponde a un trazado
geométrico de gran pureza (planta cuadrada en la que se inscribe un
patio circular, las figuras preferidas por los arquitectos del
renacimiento italiano), que supone una ruptura y superación de los
modelos italianos de patios cuadrados o rectangulares. Las columnas de
la planta baja del patio tienen capiteles toscanos y las del piso
superior jónicos, como había establecido Alberti en el palacio Ruccelai.
La construcción del palacio y su correspondiente capilla entre la
alcazaba y los palacios musulmanes tiene una clara intencionalidad
política.
Otro artista que evolucionó hacia el purismo es Alonso de Covarrubias, que abandonó el decorativismo plateresco para realizar, por ejemplo, el hospital de Tavera (Toledo) y el alcázar de la misma ciudad.
El Herreriano: El Escorial:
El reinado de Felipe II significa una época de fuerte actividad
cultural, pues el rey es un hombre con una fuerte formación humanista.
En este ambiente el monarca inicia las obras del Escorial. La primera planificación de esta obra es realizada en 1562 por Juan Bautista de Toledo, y desde 1567 la continuó Juan de Herrera.
Al igual que Machuca, también se formó en Italia, aunque es de una
generación posterior, empapándose del espíritu de Vitrubio, Palladio y
Vignola. Su estilo se caracteriza por sus austeros paramentos, apenas
sin decoración. También tiene en cuenta la proporción matemática, y el
empleo del orden gigante. Intervino en el Alcazar de Toledo y en la catedral de Valladolid. También vemos su influencia en el Palacio de Santa Cruz (Madrid), y en el llamado estilo neoherreriano: El valle de los Caídos y el Seminario de Ciudad Real.
El edificio integra en una rígida y tensa unidad varios edificios con
funciones diversas: monasterio, palacio, templo y Panteón Real. La
planta tiene forma de parrilla, en recuerdo del martirio de San Lorenzo,
cuyo nombre adopta por haber coincidido con la gran victoria española
sobre los franceses en San la batalla de San Quintín. La iglesia, con
planta central y una gran cúpula y dos torres en su fachada, es el eje
de todo el conjunto. Su presbiterio está elevado, pues bajo él se
encuentra el Panteón Real, y a su lado vemos los monumentos funerarios
de Carlos I y Felipe II. El palacio, muy austero, se sitúa tras el
presbiterio, de manera que el rey podía asistir a misa desde su
habitación. En el exterior, las distintas fachadas (salvo la principal)
se alzan como un muro en que las ventanas y las escasas puertas, sin
apenas decoración, marcan el ritmo. En la fachada principal, el
arquitecto se permite poner 8 pilastras de orden toscano y gigante que
sostienen un entablamento dórico el sostiene un pórtico con 4 pilastras
jónicas más pequeñas que a su vez sostienen un frontón triangular. Hay
una torre en cada esquina, sin sobresalir excesivamente. El material
empleado es granito, muy abundante en el lugar, y las torres están
cubiertas con chapiteles de pizarra, y tejados, también de pizarra con
mansardas.


La influencia italiana se deja sentir sobre la imaginería religiosa ya
iniciada en el gótico, en la que será muy importante el trabajo de la madera,
ya sea policromada (figuras, retablos) o no (sillerías de coros). La piedra y
el bronce se emplearán sobre todo en monumentos funerarios de personajes
importantes. Existe
una primera etapa
de formación, en la que destaca la elaboración de figuras y retablos utilizando
técnicas como el
dorado, el
estofado o el
encarnado. En ella, los artistas más importantes son
Juan de
Juni, de origen francés, que trabaja en Valladolid. Su estilo acusa la
influencia de Miguel Ángel, con figuras que
muestran gran pasión (
Santo Entierro,
Virgen de los Cuchillos);
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Juan de Juni. Santo Entierro |
Alonso Berruguete (hijo del pintor Pedro Berruguete), formado en
Italia donde conoció a Bramante, Miguel Ángel y Jacopo della Quercia, y
autor de las figuras del retablo del monasterio de San Benito el Real de
Valladolid, entre las que destacan el
San Sebastián, San Cristóbal y el
Sacrificio de Isaac, que expresan gran dramatismo y emoción; y
Gaspar Becerra, también formado en Italia, autor del retablo de la
Catedral de Astorga.
Este autor, aunque por la época en la que trabajo pertenece a la
primera mitad del s. XVI, por su estilo italianizante y manierista,
también se encuadra en la siguiente etapa.
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Alonso Berruguete. San Sebastián |
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Alonso Berruguete. Sacrificio de Isaac |
Felipe Vigarny, también francés, autor de
retablos con cierto gusto gótico, pero con fondos arquitectónicos renacentistas
(
retablo de la catedral de Toledo,
de la
capilla del Condestable en Burgos
–junto a Diego de Siloé-); y
Damián Forment, que trabaja en el reino de
Aragón (
retablo del Monasterio de Poblet).
 |
Felipe Vigarny. Retablo de la Catedral de Toledo |
 |
Felipe Vigarny y Diego de Siloé. Capilla del Condestable. Catedral de Burgos |
La segunda etapa abarca el
último tercio del XVI, con influencia del manierismo clasicista impulsado por
la Contrarreforma, siendo los reyes importantes mecenas. Destaca el milanés
León
Leoni, que realiza para el Emperador un retrato en bronce:
Carlos V y el Furor; el estudio
anatómico, la composición y el detallismo nos remite a los modelos italianos
(Verrochio, Cellini).
Su hijo Pompeyo realiza (1590) para la capilla del
escorial las
estatuas funerarias orantes
de Carlos V y Felipe II con sus familias, en bronce dorado y esmaltes;
 |
León Leoni. Carlos V dominando al Furor |
 |
Añadir leyenda |
En cuanto a la PINTURA, se caracteriza por la casi exclusiva temática
religiosa. En una primera etapa se deja sentir fuertemente la
influencia
flamenca originada por la boda de Juana La Loca con el flamenco Felipe el Hermoso, dando lugar al llamado estilo
hispanoflamenco. En el 2º tercio del XVI empiezan a llegar los modos y
elementos italianos, y en el último se deja sentir la influencia del manierismo
de Miguel Ángel y la escuela veneciana. Por su parte, el estilo
hispanoflamenco
lo vemos en
Pedro Berruguete, que conoció a Van Eyck y viajó por Italia.
En su
Decapitación de San Juan Bautista
se observan influencias italianas y flamencas.
 |
Pedro Berruguete. Decapitación de Juan el Bautista |
En cuanto a las influencias italianas destaca el curioso descubrimiento (año 2004) de la obra de los italianos
Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano,
que trabajaron en Valencia en la segunda mitad del XV tras formarse con
Mantegna bajo el mecenazgo del futuro papa Borgia. Realizaron los
frescos
del altar mayor de la catedral de Valencia. En ellos,
ángeles cantores y músicos se disponen bajo un cielo estrellado. Su
estilo recuerda a Lippi y a Botticelli. Por otro lado, la influencia de
la pintura italiana del Quinquecento la vemos en
Juan de Juanes, que trabajó con su padre Vicente, y
probablemente viajó a Italia, lo que explicaría las influencias de Rafael y
Leonardo en
El bautismo de Cristo y
sobre todo en
la Última Cena .
 |
San Leocadio y Pagano. Frescos del altar mayor de la catedral de Valencia |
 |
Juan de Juanes. Última Cena |
La tercera etapa está protagonizada por Domenico Theotocopuli, conocido
como El Greco. Muy personal, aunque se puede encuadrar dentro del
manierismo. Su obras son retratos (el caballero de la mano en el
pecho), obras religiosas, y excepcionalmente, mitológicas (Laocoonte) Originario de la isla de
Creta, creció influido por la pintura y mosaicos bizantinos. En 1560 se
traslada a Venecia, donde queda impresionado por el colorido de la obra de
Tiziano y Tintoretto. En Roma adquiere la monumentalidad de las figuras de
Miguel Ángel, y por último llega a España para trabajar en el Escorial en 1578.
Se instala en Toledo e inicia una etapa de paleta cálida, con colores carmesí,
amarillo y morado (el Expolio).
Enseguida destaca por su espiritualidad y colorido, herencia del arte
bizantino, lo que le lleva a alargar exageradamente las figuras (lo cual se
había atribuido erróneamente a un defecto visual del pintor). Más tarde, su
paleta se vuelve fría, con azules, grises, verdes y plateados, y las figuras
llegan a parecer etéreas e incluso fantasmales, y el paisaje irreal y onírico.
A esta etapa pertenece el entierro del conde de Orgaz, o
el martirio de san Mauricio.
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El Greco. Expulsión de los mercaderes del templo (con influencia de Tintoretto) |
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El Greco. El entierro del Conde de Orgaz |
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El Greco. El Expolio |
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El Greco. El caballero de la mano en el pecho |
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